La lengua no admite el divorcio

Todas las palabras que en español describen relaciones de parentesco
se refieren a la familia de toda la vida, a la del vínculo indisoluble

Nada, definitivamente: la lengua española está anquilosada. Hablamos una lengua que no ha sabido inventar palabras para describir las nuevas situaciones del género humano. Para la técnica si está bien despachada la cosa. Todos sabemos qué es el disco duro, el microondas, el cárter, el magnetotérmico, el vídeo, el correo electrónico. Pero los modos de vida y las costumbres avanzan a la misma velocidad de barbaridad que las ciencias, o incluso más, y aquí la lengua española es de un carca que tira de espaldas. Chisme nuevo electrónico que sale, chisme que inmediatamente tiene su palabra para designarlo, aunque sea en inglés. En cambio, no hay palabras que desirvan las nuevas relaciones de parentesco derivadas de las nuevas formas de organización social de la familia, esto de los matrimonios kleenex, de usar y tirar. La lengua española es más papista que el Papa, porque, por lo que se ve, no acepta el divorcio, ni incluso la separación. Todas las palabras que en español describen relaciones de parentesco se refieren a la familia de toda la vida, a la del vínculo indisoluble. Son de puro Derecho Canónico del Matrimonio los términos de madre, de padre, de hermano, de hijo, de abuelo, de bisabuelo, de biznieto, de cuñado, de concuñado, de suegro, de suegra, de consuegro, de consuegra, de nieto, de nuera, de yerno, de sobrino. Hasta es por lo legal y por la Iglesia el chozno, que es el cuarto nieto de una persona, el hijo de su tataranieto, e incluso el bichozno, que aunque suene a producto de confitería, es el quinto nieto de una persona, esto es, hijo de un cuadrinieto.

Nada de esto nos sirve para las nuevas situaciones familiares. Me he dado cuenta cuando ese Julio Iglesias que está hecho un chaval ha tenido su quinto hijo, un varón (me imagino que robusto varón, como se suele decir) habido en su unión con la inteligentísima y bella Miranda Rinsburger, al que le pondrán de nombre Rodrigo. Mi pregunta es: ¿Qué le toca Rodrigo a Chabeli? Sí, ya sé, la palabra es quizá hermanastro. Vale. Pero la cosa es más complicada si nos metemos en otras relaciones familiares derivadas del divorcio. Verán: Rodrigo Iglesias Rinsburger, ¿qué le toca a Isabel Preysler? Algún parentesco tiene que haber. ¿Es la Porcelanosa madrastra de Rodrigo? No, padre. ¿Le toca lo mismo que el Marqués de Griñón? No, más. ¿Cómo se llama la relación existente entre el Marqués de Griñón y Julio Iglesias? Dos que han sido esposos de la misma señora, ¿qué son entre sí? Y a su vez, ¿qué le toca Julio Iglesias a la niña que Isabel Presyler tuvo con Miguel Boyer?

La lengua española no está preparada para la vida moderna. Hasta ahora vamos tirando con palabras de vínculos familiares que se han quedado cortas. Me harto de mirar el DRAE, el María Moliner y hasta en Casares (anda que no soy antiguo, consultar el Casares), y lo más que hallo es hijastro, madrastra, ahijado, hermanastro, padrastro, relaciones por el plan antiguo, de bodas de viudos y viudas, que no corresponden a la nueva situación de divorcios y separaciones. El divorcio que ha llegado a la ley no ha llegado a la lengua, que tiene que servirse del ambivalente, confuso y difuso ex. Ahora en España se es ex marido o ex esposa como antes se era ex ministro o ex director general de Puertos y Señales Marítimas. El ex nunca aclara estas confusiones, como cuando oyes decir a una señora:

-Mañana no puedo, porque he quedado con la hija de la primera mujer de mi ex...

Lo de mi ex ha ganado carta de naturaleza en la lengua. Se sobrentiende siempre que es mi ex marido o mi ex esposa. El lío empieza por las líneas colaterales, y basta ver unos casos prácticos:

¿Qué le toca Raquel Mosquera a Antonio David?

¿Qué le toca Conchi a Cielo, la hija de Chonchi?

¿Qué le toca el marido de Carmina Ordóñez a Paquirrín?

¿Qué le toca la madre de Isabel Pantoja a Rivera Ordóñez?

La duquesa de Alba, madre de Eugenia, e Isabel Pantoja, madrastra del duque de Montoro, ¿qué parentesco tienen? ¿Consuegras con disolución de vínculo acaso? No sé, pregunto...

Como verán, mis inquietudes, que espero compartan, pueden llegar hasta el infinito. Los reporteros del corazón pierden el tiempo. Deberían crear palabras que describieran los nuevos parentescos. Palabras tan redondas como concuñado. Incluso me conformaría con términos menos rotundos, como "sobrinos de primos hermanos", que también existen. No sé, habría que inventar voces. Chabeli, por ejemplo, que sería "la hija de un matrimonio anterior con respecto a la nueva esposa de un divorciado". O griñón, "dícese de un esposo con respecto al actual marido de su antigua señora". Todo menos la actual confusión del polivalente ex, que es que te haces un lío cuando oyes:

-La suegra de la hija de la sobrina política de mi ex tiene un cuñado que se va a casar con una prima de la que fue la segunda mujer de mi otro ex...

Que la santa lengua española una lo que Dios ha separado... Y que acabe cuanto antes este lío, por favor. *


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