Gracias, compadre

"Lo malo de los toros no son los pitones,
sino las ideítas..."

Para ver el artículo de Alfonso Ussía "Felicidades, compadre" en el anterior número de "Epoca", al que se responde en éste

Anda, querido Alfonso Ussía, que Telefónica se va a hacer rica con nosotros por las que hilan, como sigamos dándonos las felicitaciones y las gracias a propósito del triunfo de Curro Romero a través de ÉPOCA. Lo que vamos a conseguir es que, como continúe este abuso del compadreo, Jaime Campmany, en vez de pagarnos la colaboración, nos la cobre a tanto la palabra, como si fuera un telegrama, por lo que nos ahorramos en sellos y teléfono. Me daba usted la enhorabuena por "lo" de Sevilla de su admirado y tres veces excelentísimo señor don Francisco Romero López, y por medio de esta columna quiero darle las gracias no solamente en mi nombre, sino en el del currismo universal, que como religión que es, es creencia ecuménica, hasta el punto de que los curristas vamos a tener que adoptar el latín para poder entendernos. Pues curristas de Suecia, de México y hasta de Singapur vinieron a "lo" de Sevilla, como antes habían ido a "lo" de Antequera o a "lo" de Valencia. Pues sabrá usted, compadre, que las hazañas de arte de nuestro Faraón se pregonan por el lugar donde se produjeron. Los curristas hablamos de "lo" de Almería o de "lo" de Málaga como los historiadores del reinado de Alfonso XII hablan de "lo" de Sagunto y los medievalistas de "lo" de Las Navas de Tolosa.

Me proclama usted escriba del Faraón, compadre, y la verdad que el título me da una mijita de complejo de escultura egipcia. Prefiero, por el momento, estar en mi barrio del Arenal. Eso de escriba del Faraón, la verdad, Alfonso, me suena a vitrina del Museo Británico, con japoneses haciéndome fotos y comprándome en postales en la tienda de recuerdos. Pero como tal escriba del Faraón, he de decirle a usted que el Maestro le tiene muy presente en sus oraciones. Me refiero a sus oraciones gramaticales, pues de las otras es hombre que se reserva sus sentimientos. Tras el triunfo con un toro de Juan Pedro Domecq el día 17 de abril, como bien anota usted en su tarjeta de felicitación, sabrá usted que vino la tarde del 23 de abril, con toros de Jandilla, que su biografiado Marqués de Soto Ancho al punto le dirá:

-Ah, si, eso de Jandilla es de primo Borja Domecq...

Bueno, compadre, pues lo de primo Borja no salió tan bueno como lo de primo Juan Pedro, tenía que haber sido de Torrestrella...

-Ah, eso es lo de tío Alvaro...

Tenía que haber sido de tío Alvaro, porque lo de primo Borja salió que no le sirvió en absoluto a don Francisco. Y como sabe usted que la fidelidad en sus sentimientos y la lealtad en sus devociones es lo que caracteriza fundamentalmente al público español (mire usted cómo se me queda el dedo), pues aquellos mismos que se volvían locos con el triunfo del día 17 eran los que le armaron a don Francisco el 23 sendas broncas de las que marcar suelen las dos caras de la moneda nunca devaluada ni devaluable del arte de Romero.

Y al término de aquella tarde de signo adverso, fue cuando don Francisco se acordó de usted. Tras la corrida, estábamos convocados a cenar con el maestro unos cuantos amigos. Cuando le di la enhorabuena por haberse quitado de encima a aquellos dos marmolillos peligrosos de las canteras de primo Borja, Curro me dijo:

-Si ves a Alfonso Ussía, díle que hoy me he acordado de lo que le dije. Que ni público de Madrid ni público de Sevilla. Que en estas tardes es cuando se acuerda uno del público del tenis...

Por lo demás, compadre, sepa usted que nuestro común maestro de la Tauromaquia y de la vida le espera para regalarle con las sentencias de su filosofía de la vida que incluso ha sido reconocida en sentencia de los tribunales, ya hay hasta currisprudencia. Porque me añadió otra frase, que él dice que es de El Gallo, por modestia, aunque para mí que es suya:

-Las broncas se las lleva el viento, pero las cornás se las lleva uno...

Usted sabe que Curro, como las grandes figuras de la Historia del Toreo, es un tratado de filosofía. A un chófer que lo llevaba a mucha velocidad hacia un tentadero, le dijo:

-Despacio, hombre, despacio, que las vacas no se las van a llevar...

Y a Miguel Criado, el veedor de toros, que le hablaba de los pitones cómodos de una corrida que le había embarcado:

-Lo malo de los toros no son los pitones, sino las ideítas...

Pero no quiero hacerme el jartible, sino simplemente darle las gracias, compadre, por su felicitación al currismo universal. Traslado al Faraón su abrazo y su emplazamiento a mangazo de langostinos, cuando esté Sevilla florecida de jacarandas. Después del día 12+1 de mayo, que será "lo" de Jerez. En Oriza. Donde sabe usted que Curro es cliente de toda la vida. A pesar de serlo, hasta que cenaba allí tras "lo" del día 17 con Los del Río, con Montse Fraile, con Jesús Quintero y con otros amigos, no le pidieron que rubricara el libro de firmas. Y Romero, con su serenidad de filósofo antiguo, dijo muy serio, mientras tomaba el bolígrafo como una muleta:

-Con la de veces que he venido aquí y nunca me han pedido que firmara... Este restaurante es tan bueno que para que puedas firmar en el libro tienes que cortar dos orejas en Sevilla... *

Para ver el artículo de Alfonso Ussía "Felicidades, compadre" en el anterior número de "Epoca", al que se responde en éste


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