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¿Tendremos que aprender árabe?

"Con las pateras que nos llegan es como si a los americanos comenzaran
a arribarles a Nueva Inglaterra canoas y más canoas
llenas de indios sioux, apaches, navajos y arapahoes"

Como no hay nadie a quien se le ocurran más chorradas que a un consejero autonómico, el ex de Turismo de Andalucía y actual diputado a Cortes, mi considerado amigo José Núñez Castain (por otra parte arquitecto distinguido y profesor brillante, antes de que, degenerando, degenerando, se dedicara a la política) ha propuesto que la Lengua Árabe entre a formar parte de las asignaturas optativas entre los idiomas extranjeros que aprenderse puedan en las escuelas públicas y privadas al Sur de Despeñaperros. Núñez es andalucista, y de casta le viene al galgo esto de la desmedida afición por la morisma. Para los andalucistas profesionales es moro todo lo que reluce, como aseveró en brillante frase el poeta Alfonso Canales, para mantener todo lo contrario: que en nuestro profundo Sur hay muchos, más diversos y ricos legados que el de la cultura arábigo-andaluza de los poemas que divulgó don Emilio García Gómez. Para los profesionales del andalucismo, todo es Mezquita, Alhambra y Giralda, y que le vayan dando a Baelo Claudia, a Itálica, a Columela y a los Balbo. Qué pena que Blas Infante no fuera aficionado a los romanos en vez de a los moros... En ese caso, Núñez habría pedido que en las escuelas andaluzas se estudiara Latín, con lo que, de un plumazo, habría resuelto el gravísimo problema de las Humanidades en los planes de estudio.

El gesto de Núñez indica más de cuanto representa. En todo este fregado de las pateras que llegan, de la Ley de Extranjería, del Reino de España como tierra prometida para los desheredados de la globalización, hay como un cierto complejo de inferioridad moral ante magrebíes y subsaharianos. Es como si quisiéramos escribir al revés la Reconquista, del modo que ya tenemos escrita al revés la historia de la triste Guerra Civil Española, que, como saben, han ganado los republicanos en la historiografía y en la literatura y la han perdido los nacionales de todas, todas. Las tropas de Franco entraron en Madrid, pero no en los libros de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, que es la que hay que conquistar para ganar la difícil batalla de la Historia. Con esto de los moros (y perdón por lo de moros) nos pasa exactamente igual. Patera que llega desde Marruecos es perdón que le pedimos a la morisma por la Batalla de Clavijo, por Las Navas de Tolosa, por el caballo blanco de Santiago. No sé cómo a estas alturas de curso Santiago Apóstol, por muy apóstol que fuera, sigue siendo santo. Lo que les pediría el cuerpo a muchos progres es descabalgarlo del caballo de la santidad, en tanto en cuanto Matamoros.

Por su mala conciencia histórica, los americanos pusieron a los pocos indios que dejaron vivos a vegetar a cuerpo de rey en las reservas. A nosotros, con las pateras que nos llegan por el Estrecho a las costas de Tarifa o por el Atlántico a los litorales canarios, es como si a los americanos comenzaran a arribarles a las costas de Nueva Inglaterra canoas y más canoas llenas de indios sioux, apaches, navajos y arapahoes, y no sólo se les planteara un problema de inmigración, sino de mala conciencia histórica. Muchos llevan esta mala conciencia hasta sus últimas consecuencias, como la descrita chorrada curricular (que le dicen) que ha propuesto mi muy respetado señor Núñez Castain. Tan absurdo como si en la Alemania del milagro los consejeros correspondientes hubieran propuesto que los niños aprendieran Lengua Española en el colegio para poder hablar con los emigrantes españoles de la maleta amarrada con cuerdas y la campaña de Navidad con las canciones de Manolo Escobar y de Concha Velasco, que, ahora, muy roja, pero bien que se hartó de cantar a la emigración del franquismo, donde me imagino que no llevaban precisamente a los artistas enemigos del Régimen...

Líbreme el cielo de que me tachen de racista, xenófobo y esas cosas los nuevos inquisidores que se dedican a la caza de brujas que piensan por libre. Pero me parece que ningún país receptor de inmigración tiene el complejo de inferioridad que la España de la Ley de Extranjería. Confundimos al Estado con una ONG y al ministro del Interior con la Madre Teresa de Calcuta. No creo que la Alemania de los años 60 que he evocado se planteara tantos problemas morales con los españoles y los turcos que les llegaban a centenares, en las invisibles pateras de los "trenes de las lágrimas". Incluso en la propia emigración interior española de la época, los murcianos que se tuvieron que ir a Cataluña, los extremeños que encontraron trabajo en Vascongadas, sufrieron unas penalidades que ahora serían calificadas de racistas y xenófobas. El grito "como somos mayoría, lo queremos de Almería" de los charnegos cuando la campaña de los obispos catalanes, ¿no era acaso una protesta contra la discriminación lingüística, ya totalmente acallada?

Ahora, que si es por vestir el santo y cuidar el muñeco de la mala conciencia ante la morisma, por mí, señor Núñez Castain, que no quede: Salamalecún...

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