Cuando
me casé, como no estaba demasiado extendida la costumbre de las
listas de boda, obré el milagro de convertir un chino de
porcelana en una maleta. No es que me dedicara a la magia, pero el
chino era espantoso. Me lo regalaron unos amigos de mis padres. No
sé si era un chino en forma de pantalla o una pantalla en forma
de chino, pero horroroso. Así que cogimos el chino y el papel de
regalo que envolvía al dichoso chino y nos dirigimos a la tienda
donde nos lo habían comprado. Cuanto allí había era casi tan
horrible como el chino, pero nos salvamos porque tenían maletas.
Y cambiamos el chino por una maleta Samsonite, tan buena y
resistente que aún está dando avío en los desavíos, por algún
altillo de la casa. El milagro del chino es ya la taumaturgia
habitual de las listas de boda. Esas listas están precisamente
pensadas para pegarle el cambiazo al chino. Recibes la invitación
de boda y casi al mismo tiempo te llega la tarjetita diciendo que
Rodrigo y Cristina tienen la lista de boda en El Corte Inglés.
Los novios ponen listas de boda mayormente para evitarse luego el
lío de tener que cambiar el chino por una maleta.
La lista de boda es un
género de ficción como otro cualquiera. En materia de
imaginación, hay novelas de aventuras, películas de
ciencia-ficción... y listas de boda. Igual que sentimos
frustración cuando nos dijeron que los Reyes Magos son los
padres, experimentamos una cierta comprensión cuando nos han
dicho que las listas de boda son ficticias, que el perchero no es
tal, ni la cubitera. Que se trata de que des el dinero a los
novios con la ficción de que les regalas la famosa cubitera, que
sólo existe en el papel del listado. Luego los grandes almacenes
dan a los novios tus seis mil duros en forma de pago de parte del
viaje de bodas, de los muebles de la cocina o en vales para el
supermercado. Así me explico lo de la cubitera. No hay lista de
boda en la que no venga la cubitera, no falla. Y así me explico
lo del galán de noche. El galán de noche que no existe más que
en el listado. Así puedes explicarte que ese amigo tan
postmoderno haya cometido la horterada de poner un galán de noche
para que se lo regales. No hay tantos novios horteras en España
como para que haya tantos galanes de noche en las listas. Porque
tu regalo del galán de noche, en el milagro del chino, se
convierte en doscientas millas para el vuelo del viaje nupcial a
las Maldivas.
Con todo esto ha terminado
de un plumazo la hija del Litri, Rocío Báez Spínola, que se
casa el 4 de mayo en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla con
Peter Sueatman, y que con la invitación de boda ha enviado la
clásica nota de la lista. Una nota que merece orejas y puerta
grande, como las que ganaban en los ruedos su padre, Miguel
Báez Espuny "Litri",
o su hermano, Miguel Báez Spínola "Litri". Dice el
papel que los Báez y los Sueatman están mandado a sus invitados:
"Queridos amigos: si estáis pensando en hacernos algún
regalo, el que más nos gustaría sería transformarlo en un
donativo, por ejemplo, para estas causas: Hogar Virgen del Padre
de Higuera de la Sierra, residencia de ancianos, Caja San
Fernando, cuenta tal; Cáritas de Huelva, para los Sin Techo,
Monte de Piedad, cuenta tal; Prodean, Ayuda a la Infancia y a la
Mujer en Zonas Marginadas, Banco Popular, cuenta tal; Asociación
para la Globalización y Desarrollo de Camboya, Bankinter, cuenta
tal. De esta manera, si hacéis esto, serán más los que
compartan nuestra felicidad, Rocío y Peter."
Cuando me casé me creí con
poderes taumatúrgicos, al lograr convertir un chino horroroso en
maleta aceptable. Cada vez que se casan unos amigos confirmo los
poderes taumatúrgicos de El Corte Inglés, que convierte los
horteras galanes de noche en noches de felicidad nupcial en una
isla tropical. Lo de Rocío y Peter sí que es definitivo:
convertir la cubitera o el galán de noche en felicidad de los que
no la tienen. La lista de Rocío Báez es tan humanitaria como la
de Schindler.

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