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De rosa y oro 

                                            por Antonio Burgos


Num. 3036 - 17 de octubre del 2002                                    Ir a "¡Hola!" en Internet
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"Jazmines en el ojal", editorial La Esfera de los Libros, prólogo de María Dolores Pradera   

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En esa casa eran todos hermanos, menos una chica. Bueno, chica... La chica es de cuando se estudiaba Preuniversitario en vez de COU y había Selectivo de Ciencias en vez de Selectividad, echen las cuentas de los años que tiene, porque me parece siempre de mal gusto decir la edad de una señora. El caso es que la digamos chica, ya hasta abuela primeriza, me dijo, contándome lo que pasa siempre en las familias:

-- Es que tú sabes que mis hermanos y yo nos hemos llevado siempre como el ratón y el gato.

Le dije:

-- Hija, pon al día tus comparaciones, tienes que adecuarlas a lo políticamente correcto...

-- ¿Qué tiene que ver lo políticamente correcto con lo mal que nos llevamos los hermanos?

-- Es que la no discriminación en materia de sexo debemos aplicarla también a los animales. Si los políticos en sus discursos usan eso tan chocante "españoles y españolas" y "ciudadanos y ciudadanas", no debemos ser menos con los animales. ¿Por qué discriminas a las pobres ratonas y a las maternales gatas? ¿Por qué han de ser las gatas menos cazadoras que los gatos y las ratonas menos comedoras de queso que los ratones? Si quieres que no te digan que eres machista en materia de animales, di que tus hermanos y tú os lleváis "como el ratón y la ratona y el gato y la gata".

A partir de aquel machismo de mi amiga hacia félidos y roedores, comprendí que urge una campaña contra la discriminación de género en el reino animal, ahora que estamos en una sociedad avanzada donde cada vez hay más mascotas. Antes observaba en los supermercados de Alemania y en las tiendas de comestibles de Inglaterra que las secciones de alimentos para perros, gatos, pájaros, peces y conejos ocupaban casi tanto lugar como las de los humanos. No sé si hemos superado los listones europeos del PIB y de la inflación, pero cumplimos con creces los niveles mínimos de ese índice del bienestar económico que son las secciones de comida para mascotas de los hipermercados. Ya no somos un país tercermundista que da de comer las sobras a los animales domésticos, los huesos y pitracos a los perros y las espinas de pescado a los gatos. Hemos entrado en Europa de verdad cuando hemos comprobado que en cada barrio hay dos clínicas veterinarias y que la variedad de comidas para perros, gatos y conejos en la tienda de la esquina es tan amplia como la de potitos para bebés en la botica de la plaza.

De ahí que defienda la no discriminación de los animales por razones de género, y que puestos a la cursilería de "españoles y españolas" y "ciudadanos y ciudadanas" lo apliquemos a todo bicho viviente no humano. Por ejemplo, en esta moda del caballo que ha entrado, que parecen todas las familias la de Goyoaga o la de Domecq, ¿por qué lo elegante es que los niños aprendan a montar a caballo? ¿Y dónde dejamos a las yeguas? ¿Qué han hecho las pobres, mansas, dóciles yeguas de los picaderos para que nadie hable de ellas? ¿Es que nadie monta en yegua? Señora, si no quieren que la tomen por discriminadora de género y por machista, diga:

-- Mi hija está aprendiendo a montar en yegua.

De alguna forma tenemos que hacer ver la ridiculez absoluta de este falso igualitarismo no sexista de "ciudadanos y ciudadanas", que llevó a la otra, la pobre, a decir aquello ya tan famoso de "jóvenes y jóvenas". Creen que nos vamos a creer que por usar los dos géneros gramaticales yuxtapuestos la mujer va a conquistar los papeles sociales que se les sigue negando. El caso es que como todo se pega, menos lo bonito y los millones que tiene Bill Gates, esta costumbre, hasta ahora exclusiva de los políticos autotitulados progresistas también es ya de los llamados conservadores. Se presentaba el candidato a alcalde conservador de mi pueblo y se pasó todo el discurso dirigiéndose a los "sevillanos y sevillanas". Puede ser terrible la que nos espera en la inminente campaña electoral de las municipales: "madrileños y madrileñas", "valencianos y valencianas", "malagueños y malagueñas", "cacereños y cacereñas". Con esta cursilería de encabezamiento de carta comercial circular de "señor/a" y "amigo/a" hablan ya tanto el PSOE como el PP. Y eso que se llevan como el ratón y el gato. Perdón, como el ratón/a y el gato/a...

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