Clic para ir a ¡HOLA! en Internet

Ir a "¡Hola!" en Internet

De rosa y oro 

                                            por Antonio Burgos


Num. 3041 - 21 de noviembre 2002                                    Ir a "¡Hola!" en Internet
Clic para ir a la página principal

Página principal-Inicio


Clic

 
"Jazmines en el ojal", editorial La Esfera de los Libros, prólogo de María Dolores Pradera   

"JAZMINES EN EL OJAL", nuevo libro de Antonio Burgos

 

Artículos anteriores en ¡HOLA!
Recuadros
SALIR PEOR EN TELEVISIÓNArtículos anteriores en ¡HOLA!

No sé cómo la televisión tiene esa fiabilidad e incluso infalibilidad que le conceden muchos. Antes en los pueblos españoles era verdad todo lo que decía el señor cura en la misa de los domingos. Ahora es verdad todo lo que dice el púlpito civil de la televisión. La gente no va ya tanto a misa porque lo que va a misa de verdad es lo que dice la televisión: dogma de fe. Isabel y yo solemos pasar largas horas convenciendo a su madre de que algo que ha oído por televisión no es tal lo han dicho. Y no le hablamos a mi suegra a humo de pajas, sino muchas veces de acontecimientos en los que hemos estado. Nos dice, por ejemplo:

-- Creo que en Cádiz, este verano, cuando actuó en el Teatro Pemán, lo que más le aplaudió el publico a Rocío Jurado fueron unas sevillanas que cantó. Más que todas sus canciones.

-- Mamá, no, no eran unas sevillanas, eran unos fandangos, porque todos los años le escribe unos fandangos nuevos, para que los estrene en el Pemán, su compadre gaditano Antonio Martín, el gran poeta del Carnaval.

-- Pues en televisión han dicho que eran sevillanas...

-- Mamá, pero si nosotros estábamos allí en Cádiz, y eran unos fandangos lo que cantó Rocío, y además estábamos sentados al lado de Antonio Martín, el autor que se los escribió...

-- Pues eso no es lo que han dicho por televisión.

-- ¿Pero quién lo ha dicho en televisión?

-- Ah, no sé: la televisión...

La presunta infalibilidad de la televisión no necesita ni de profetas de la verdad revelada. La verdad es el medio, a efectos de credibilidad de la gente. ¡Cualquiera convence a mi suegra de que Rocío Jurado tuvo su éxito gaditano con unos fandangos! Fueron sevillanas de todas, todas. Porque lo dijo televisión. Y punto, como suele concluir rotundamente una sacerdotisa de los nuevos dogmas, Belén Esteban. Pero las mismas que le conceden toda credibilidad a televisión dudan de la imagen que el medio da de las personas, sin que por ello pierdan su fe en la pequeña pantalla. No falla. Lo compruebo cada vez que acompaño a la Duquesa de Alba a algún baño de multitudes donde reciba el homenaje de su popularidad con corona de cinco florones. Últimamente me ocurrió en Huévar del Aljarafe, donde Cayetana acudió a amadrinar la inauguración de la casa de la Hermandad de la Sangre. El pueblo se había volcado en mantillas blancas, pasodobles de la banda y estallido de cohetes en honor de quien es, aparte de Duquesa de Alba, Condesa-Duquesa de Olivares, a cuyos estados, los de la Casa de Olivares, perteneció Huévar hasta la abolición de los señoríos jurisdiccionales. Y en este homenaje popular y espontáneo, las mismas señoras para las que es verdad todo cuanto dice televisión, le repetían una y otra vez a Cayetana:

-- Señora duquesa, es usted mucho más guapa en persona que por televisión.

Algunas incluso entraban en el retrato de Dorian Grey:

-- Está usted mucho más joven que por televisión. Y la sacan además más gorda...

Junto a Curro Romero y a Carmen Tello tengo también más que comprobada esta observación mediática. Se los encuentra la gente por la calle, y les dice:

-- Carmen, eres todavía más guapa en persona que por la televisión... Y tú, Curro, estás más joven que en televisión, estás hecho un chaval, se ve que el amor...

Lo mismo he observado cuando viene por Sevilla mi amiga María Teresa Campos. Cada Feria de abril la invito a los toros, a mi tercera fila de barrera de la plaza del Arenal, junto a la puerta del arrastre. Y para el arrastre deja el respetable la verosimilitud y credibilidad de las imágenes que transmite la televisión. Minutos antes del paseíllo, escucho una y otra vez la cantinela de todos y cada uno los que, antes de subir hacia su localidad, saludan a la Campos y la piropean con admiración:

-- María Teresa, eres mucho más guapa que en televisión.

-- Hija, estás mucho más delgada que sales por la televisión...

-- Ay, María Teresa, eres mucho más alta que en tu programa de televisión.

Y así todos. Y se ve que es de verdad, que no es adulación, sino sorpresa ante la realidad. Y como María Teresa Campos tiene ese sentido andaluz de la guasa de su Málaga de su alma, en plena Sevilla me dice siempre lo mismo, cuando oye tantos cariñosos desmentidos a la imagen de televisión:

-- Dios mío de mi alma, Antonio, qué vergüenza: ¡cómo saldré de mal en televisión!

 

Clic


Clic para ir a ¡HOLA! en Internet Clic para ir a la portada

Indice de artículos de Antonio Burgos en "¡Hola!"

Volver a la portada de El RedCuadroClic para ir a la página principal