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De rosa y oro 

                                            por Antonio Burgos


Num. 3068 - 29 de mayo del 2003                                    Ir a "¡Hola!" en Internet
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La BBC en el Reino Unido es nada del otro jueves, casi una emisora municipal o una TV local, al lado de la importancia económica que tiene y del dinero que mueve la BBC de España.

-- ¿Ah, pero en España hay también BBC?

Y tanto que la hay, señora. Importantísima. Usted, muchas veces a lo largo del año, pero más especialmente en estos días de mayo, contribuye al esplendor de la BBC española, que es industria principal y capítulo decisivo en la formación del PIB. Porque BBC, según el ingenio español, son las siglas de la más floreciente industria nacional: Bautizos, Bodas y Comuniones; BBC, como las iniciales de sus propios nombres indican. En cada pueblo de España, por pequeño que sea, hay al menos dos establecimientos dedicados a la BBC: esos inmenso salones para banquetes de bodas, bautizos y comuniones que aunque usted crea que allí, perdidos en la sierra o la paramera, no hacen el menor negocio, si entra para concertar un almuerzo lo más probable es que le digan que si lo quiere en este mismo año, tiene que ser un martes o un jueves, porque hasta la primavera del 2004 tienen ya ocupados todos los fines de semana, viernes noche incluido. Cuando se metan en carretera y pasen por los pueblos, observen la proliferación de salones de BBC. Hasta en los polígonos industriales, junto a las naves de almacenamiento de puertas metálicas para cerrar la terraza de la cocina, hay salones enormes de banquetes.

Mejor así. Por descontado. Mejor reír que llorar. Hombre, mejor siempre un salón para celebrar cosas agradables que un tanatorio, que también empieza a haberlos en casi todos los pueblos, siguiendo la moda funeral impuesta desde la M-30 de Madrid.

Y en este mes de mayo, en esos salones de la BBC, las primeras comuniones que se nos están volviendo más que bodas. Las niñas que hacen la primera comunión iban desde siempre vestidas como pequeñas novias. A Isabel mi mujer, como siempre ha parecido joven y se sabe conservar tan bien, cuando las amigas llegan a casa y la ven en el portarretratos de la foto de boda, le dicen:

-- Hija, parece que estás haciendo la primera comunión, qué joven.

Ahora, cuando vamos a alguna primera comunión, estoy por decirle a la madre de la niña:

-- Hija, parece que tu hija se ha casado. ¡Qué bodón, digo, qué pedazo de primera comunión!

Estamos en el mes de las comuniones con banquetazo caiga quien caiga, y con regalazos. A una amiga, la tata de toda la vida le pidió que le avalara un crédito en el banco. Le preguntó:

-- ¿Es que vas a comprarte un pisito para cuando te jubiles?

-- No, es que mi nieta va a hacer la primera comunión y no queremos quedar mal con las amistades.

La gente hasta se entrampa para las primeras comuniones, y, claro, así salen: mucho mejor que bodas. Y así son los regalos. Las primeras me sorprendieron, pero compruebo que ya es habitual la lista de regalos de primera comunión, como las listas de boda de los novios. Regalos que cada vez tienen menos que ver con aquellos clásicos religiosos de toda la vida: que si la cruz de oro con la fecha, que si la medallita con el santo del nombre de la niña. Los regalos deben ser mejores que los que traen los Reyes, de juegos electrónicos y de bicicletas para arriba en cuanto a los niños. Y de marca, de Tous a ser posible, para las niñas. Y objetos que cuanta menor relación tengan con el sacramento recibido, mejor. Me quedo atónito ante las toallas de playa, que por lo visto es la moda de este año en regalos de primera comunión. ¿Qué tienen que ver las toallas de playa con la Eucaristía? Pues una niña que haga la primera comunión y no reciba de regalo al menos tres toallas de playa, y a ser posible de marca y con logotipo, se considera que ni ha hecho la primera comunión ni nada.

Me entristece que con tanta BBC, tanto regalo y tanto banquetazo en que las niñas parecen novias y sus padres, los padrinos de la boda, queda en muy segundo plano el prodigioso hecho de fe en sí mismo. Queda como desvaída esta tradición admirable de que las familias españolas sigan siendo católicas en un tiempo en que nada espiritual está de moda, y que los niños, aunque no den Religión en la escuela, sigan haciendo la primera comunión como sus padres la hicieron. Bueno, sus padres la hicieron más modestamente, gastando mucho menos dinero. Y nada digo sus abuelos, que en el mejor de los casos tuvieron solamente la posibilidad de mancharse el traje de marinero con el chocolate del modesto desayuno en la propia casa con cuatro amiguitos, cuando la BBC de España no era esta industria tan floreciente y las primeras comuniones no las servían ni Jockey ni José Luis.

 

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