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De rosa y oro 

                                            por Antonio Burgos


Num. 3084 - 18 de septiembre del 2003                                    Ir a "¡Hola!" en Internet
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Proclamado sucesor de Aznar e inminente candidato a la presidencia del Gobierno, de Mariano Rajoy está en la hora de los elogios. El más tópico es decir que parece inglés. Otros son tan divertidos y castizos como ese correligionario que tras su designación poco menos que dijo:

-- Yo es que toda la vida de Dios he mantenido que Mariano iba a llegar a candidato a presidente.

En el españolísimo peloteo, poco le faltó para decir:

-- Es que cuando yo nací, la matrona le dijo a mi madre: "Señora, ha tenido usted un partidario de Mariano Rajoy, monísimo"...

Rajoy ha dejado de ser Rajoy para convertirse en "Mariano" para todos aquellos que desde ahora lo adulan, por lo que pueda tronar. Los españoles se dividen en este momento en dos grandes grupos: los que llaman "Mariano" a Rajoy y los que llamamos "Rajoy" a Mariano. Depende de la intensidad con que se quiera demostrar la cercanía al poder. A Rajoy le pasará ahora, probablemente, como le ocurrió a González. Cuando fue elegido presidente del Gobierno por mayoría absoluta, todo el mundo se puso a decir que lo conocía desde niño:

-- A Felipe yo lo he visto nacer--decían todos.

Hasta tal punto, que un paisano sacó en conclusión:

-- Hijo mío, pues a juzgar por la cantidad de gente que ha visto nacer a González, su señora madre lo tendría probablemente cuando estaba viendo a la Macarena en la Madrugada del Viernes Santo. De otro modo no se explica tanta bulla de gente que vio nacer a Felipe...

Tantos dirán ahora que han visto nacer a Rajoy (perdón, a Mariano), que habrá que pensar que su santa madre lo tuvo un día de 1955 en Santiago. Pero no en una maternidad, sino exactamente en la plaza del Obradoiro. Y no el 27 de marzo como dicen su biografía oficial, sino en la noche del 24 de julio, cuando todos estaban viendo los fuegos artificiales en honor del Señor Santiago. De otro modo no se explica lo de:

--Hombre, pero si a Mariano lo he visto yo nacer...

Surgirán ahora legiones de antiguos amigos que estuvieron en el colegio de primeras letras o en el Bachillerato con Mariano. Y miles de condiscípulos de Mariano en la Facultad de Derecho de Santiago de Compostela. Parecerá que los cursos de Derecho de entonces, hacia 1973, estaban mucho más masificados que los de ahora. Tanto, que en concreto el curso de Mariano Rajoy tendría probablemente que dar sus clases en el estadio de San Lázaro. En otro lugar no podían caber tantos condiscípulos como le han salido a Mariano Rajoy de la noche a la mañana. Quizá no tantos como compañeros de oposición al Registro de la Propiedad. A juzgar por la cantidad de registradores de la Propiedad que se proclaman con orgullo compañeros de oposición de Mariano Rajoy, debió de cubrirse entonces un enorme vacío profesional. De modo que calculo que en aquellas oposiciones salieron algo así como 3.792 nuevos titulares del Registro, todos compañeros de Rajoy.

Me imagino que con su retranca, su sorna y su enorme capacidad de ver los barcos venir, Rajoy será el primer sorprendido por esta marea nada negra que chapotea en elogios y coincidencias biográficas. Se divertirá mucho desde su sentido del humor, que no es gallego ni es inglés: en sencillamente signo de inteligencia. Se sorprenderá también con esto de que todo el mundo quiera ponerle una etiqueta geográfica a su humor, que si gallego, que si británico. Hasta el punto de que no sé cómo a Rajoy, de tanto oír que su humor y su flema son británicos, no se le ha puesto ya cara de inglés. ¿O sí se le ha puesto? Guárdenme el secreto, pero tengo la clave de por qué todo el mundo dice que Rajoy parece inglés: por el puro. Lo ven con ese sereno estoicismo, poniendo serenidad y una chispa de humor en los tragos más duros mientras se fuma un puro, y se dicen: "Este señor parece inglés". ¡Identifican el puro de Rajoy con el habano de Churchill! Llegan a creer que contemplaba las mareas de chapapote de la marea negra con el mismo patriotismo y estoicismo que Sir Winston las oleadas de bombarderos nazis de la Batalla de Inglaterra.

A mí me parece muy bien que cuando algo nos suene insólito por elegante, por refinado, por culto, por civilizado, digamos que es inglés. El elogio de que parece inglés es adecuado para un parque romántico, una cretona elegante, un club de polo o un mueble heredado de la abuela. Pero que a un futuro candidato a presidente del Gobierno le digamos como el mayor de los elogios que parece inglés demuestra que tenemos muy mal concepto de nosotros los españoles. Aunque nos valoremos tan poco, España da personajes como Mariano Rajoy. Lo digo yo, que no lo vi nacer, no estudié Derecho con él ni soy su compañero de oposiciones a Registro de la Propiedad.

 

 

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