El Recuadro

Martes , 23 de diciembre de 1997

Mi habanera del Papa

  ANDABA repartiendo libros donde se quería demostrar que el Papa se había metido a derribista y que era quien había demolido el Muro de Berlín y el comunismo como proyecto y utopía. Ahora, mientras a La Habana llega un barco cargado de papamóviles, me dice: «Ya verás tú cómo el último bastión del comunismo también cae con la visita del Papa...» Le expuse mis dudas, como profesional de «La Habana con más negritos» que soy, y no como partidario de las pontificias milagrerías civiles. Ojalá fuera verdad todo lo que sus partidarios esperan de la visita del Papa. Ojalá el Papa escribiera una polonesa en forma de habanera, como la que compuso cuando se sentó al piano teniendo como solista a Walesa. Pero Castro no es Walesa. Ni Cuba es Polonia con más negritos.

Más que a los cubanos de Cuba, digo yo que el Papa tendría que echarles de paso la bronca a los cubanos de Miami, y a los americanos de las leyes Helms-Burton, que son los que me encabritan al personal y ponen a los CDR en pie de guerra buscando contrarrevolucionarios hasta debajo de las barbas del comandante en jefe. Que cuanto más soliviantan a Fidel, más se hace el pueblo una piña. Con esa misma política aguantó Franco lo que aguantó, a un dictador gallego lo que mejor le viene del mundo es una conjura internacional. Más que con el dictador, el Papa tendría que hablar con el padre de la muchacha, con los americanos, que torpeza tras torpeza son los que están robusteciendo el apoyo popular a Fidel. No exagero si al cantar la habanera del Papa repito que Miami es La Habana con más errores, pero Cuba no es Polonia sin Solidarnosc. Que el Papa salga por habaneras puede ser quizá una forma de que nos salga una vez más por peteneras la resistencia de la dictadura cubana a las libertades.


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