El Recuadro

El Mundo de Andalucía, viernes 26 de diciembre de 1997

La derecha felipista

 

Por el televisor puesto en un extremo del salón, y al que nadie le echaba cuenta, estaban sonando los villancicos. Bueno, lo de villancicos es un decir. Estaban sonando las sevillanas rociero-navideñas que ahora se estilan, y estaban sonando las rumbitas de Belén, Belén, y esos lentos valses como peruanos, rocieros naturalmente, que afirman que el Niño que está en el portal ese sí que es de veras, ese sí es de verdad. Le advertí que es un auténtico horror esta metástasis de las fiestas que le ha entrado por cuerpo a Sevilla, signo evidente de enfermedad social, donde todo lo que no es Rocío es Semana Santa, y todo lo que no es Semana Santa es Feria; de modo que hasta la Navidad se nos ha metido a hacer el camino con Triana, El Salvador o Sevilla Sur. Rocío de Rocío y todo Rocío, podía decir el clásico en esta vanidad de vanidades de la metástasis de la fiesta.

Y como el televisor, allí en un rincón, sin que nadie le echara cuenta, seguía desgranando villancicos de coros rocieros, con craso olvido de los campanilleros de siempre, para qué le dije:

-- Es lástima que el 92, junto a la pretendida mentalidad de la modernidad y el progreso, no trajera a Sevilla un cambio de mentalidad. Ha cambiado lo superficial: los cinturones de ronda y lo que te rondaré, morena, la fibra óptica y el gigantismo... Pero la mentalidad de la gente sigue siendo la misma, mira las fiestas, que cada vez parece que hay más fiestas, y no parece que nos guste otra cosa que la fiesta, y todo es Rocío, hasta la Navidad la estamos convirtiendo en un Rocío. A los pastores los hemos hecho sentar plaza a todos de Goro Medina, el manriqueño al que se le apareció la Virgen. Parece que en lugar del anuncio del ángel estamos conmemorando que la Madre del Pastorcito Divino se le apareció a Goro cuando estaba de cacería... Qué pena de Sevilla, y qué oportunidad perdida. Sevilla es la única ciudad del mundo que ha resistido en el mismo siglo dos Exposiciones Universales, que no han podido con ella. Pero ninguna de las dos exposiciones ha cambiado en un ápice la mentalidad de las gentes, que sigue siendo igual, y para lo malo...

Para qué se lo dije... Porque entonces, sin que viniera a cuento, fue y me largó:

--- Mira, Sevilla nunca tendrá palabras para agradecerle a Felipe González todo lo que ha hecho por ella. Mira Soledad cuando estuvo de ministra, que no hizo nada por Sevilla, y mira en cambio a Felipe, que todo le ha parecido poco para mandarlo a su tierra. Si no llega a ser por Felipe, aquí estamos todavía con los tranvías. El estirón que ha dado Sevilla ha sido por todo lo que él nos mandó desde Madrid, y es lógico que no haya cambiado la mentalidad, porque todo eso lo hizo Felipe a pesar de los sevillanos...

Lo más curioso es que aquel televisor de los villancicos rocieros post-92 no sonaba en Las Tres Mil, ni en Pio XII, ni en El Tardón, ni en el Polígono, sino que sonaba en el salón de buena plata, buenas alfombras, buenos muebles y buena porcelana de lo que se entiende por una casa de la derecha sevillana de toda la vida. Lo hilé con ese empresario tan de la derecha que anda por ahí diciendo que las requisitorias sobre las cuentas de la Expo son una infamia contra Sevilla. Lo hilé con la derecha que está encantada con los grandes negocios que ha hecho durante el felipismo, con los sitios tan buenos en que han colocado a sus niñas, que estudiaron Secretaría de Dirección en Albaydar, y a sus niños, que hicieron Económicas en Navarra o en los jesuitas de Madrid. Con el fondo rociero de la metástasis de la mentalidad de la fiesta por la fiesta y el mínimo trabajo, me di cuenta de que aquí no solamente ha habido una derecha felipista, sino que la sigue habiendo. Una derecha encantada de la vida y encantada de los negocios que ha hecho, la más absoluta dependencia de Madrid en la Andalucía eternamente entregada. Creen que Aznar, que es de los suyos, va a durar un suspiro y están deseando que vuelva González. Que ése sí que es de los nuestros...


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