Obispos como árbitros

(Tranquilos, esto no va del Papa en Cuba...) Lo están toqueteando todo. Lo que no toquetearon los de antes, lo toquetean los de ahora. Menos mal que éstos no hay que decirles nada del toqueteo con el cajón del dinero: "Que las manos van al pan..." Ahora le toca el toqueteo al Registro Civil y a los apellidos. Me parece muy bien. Pero mejor sería que se acabara con esa cuartelera o colegial costumbre de nombrar a las gentes por sus dos apellidos. En lo cual, a veces, hay retintín. Cuando alguien le llama Fraga Iribarne a Fraga, es que hay guasa... Cuando alguien le dice González Márquez al otro, guasa. Qué raro, con el segundo apellido de Aznar aún no hay guasa.

Nada más confuso que los apellidos de obispos y árbitros de fútbol. Por esta funesta manía de los dos apellidos, el Papa ha hecho cardenal a un obispo que tiene nombre de árbitro: Rouco Varela. Lean, si no, esto en alto, poniendo voz de José María García: "El árbitro del colegio cántabro, señor Rouco Varela, no vio el penalty...". Los obispos tienen nombres de árbitros y los árbitros tienen nombres de obispos por esta manía de llamar a la gente por sus dos apellidos. A un tío que se llama Rouco, ¿qué necesidad hay de llamarle Rouco Varela, como si Rouco fuera tan común Pérez? A un señor que se llama Ansuátegui, ¿qué necesidad hay de que se decirle Ansuátegui Roca, como si hubiera un Ansuátegui Roca, un Ansuátegui Porcelanosa y un Ansuátegui Compacto Pedra? Menos con Brito Arceo, que con ese nombre nada más que se puede ser árbitro, con los demás es pura confusión. Yo digo que el Papa ha hecho cardenal a monseñor Díaz Vega y la gente traga. O digo que monseñor Puentes Leiva ha dado una pastoral sobre el máximo castigo y cuela... A este paso el Colegio Cardenalicio va a parecer un colegio de árbitros. El único obispo que tiene nombre de obispo es Suquía, que lo llamamos sólo Suquía. O Setién. Que lo llamamos algo peor que sólo Setién...

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