El Fin y los Medios

Domingo, 1 de febrero de 1998

Poema de la muerte en el mejor cahiz de tierra--Cuando España descubrió el temple de una alcaldesa--"Amargura" en el silencio del espíritu de Sevilla--Donde tres niños preguntan con su mirada

 

Alejandrinos para Alberto y Asen

-ONDA CERO, viernes, 3,17 horas

Esta muerte en la noche ha roto la belleza de una calle en silencio, muros arzobispales, espadañas de monjas que esperan las cigüeñas y estas últimas copas por bares que se cierran. Humedades de siglos. Santa Cruz de verdinas. Giralda en la penumbra. Reloj que está marcando este ritmo redondo de lo que está bien hecho y un paraguas que pasa para oír vuestro pasos, vuestro amor que regresa adonde están los niños. Vienen los almanaques cargados de proyectos, cada vez menos lejos el Domingo de Ramos, a ver si pasa el frío y el naranjo florece con un olor antiguo de novios estudiantes.

Color tiene este muro de una plaza de toros, color acostumbrado demasiado a la sangre, que es el muro de España que todos levantamos. La calle de verdinas, de silencios, de pasos, Don Remondo se llama; por aquel arzobispo que trajo San Fernando para ser conquistado por la ciudad cercada que vosotros abristeis. Al albero del muro le escriben las verdinas historias familiares, tan de Pérez Reverte, de Grosso y Montesinos, tan leyenda de Becquer.

Es vieja la belleza de adoquín y de noche, reflejos de faroles de la Cerrajería, que ha sonado una hora en un reloj lejano. No sabes qué convento, qué iglesia da la muerte, la hora que se acerca así viene sonando en la ciudad tan bella, tan de paz desde entonces y más en este trozo tan de tiempo y de torre, de bronce de Giralda proclamando a los vientos que la fe Sevilla es la torre más fuerte.

De pronto dos disparos han roto contra el muro. Si es terrible la muerte, mucho más cuando rompe escenarios tan bellos, de Lope o de Tenorio, donde difícilmente la sangre se adivina. Era bella tu vida, Alberto, te lo digo, con la luz de un recuerdo, mañanitas de Cádiz, cuando nos encontrábamos con plata del pescado y hablábamos del oro que era nuestra Sevilla, que en silencio servías, costalero de sueños. No merece tu barrio, tan lento y tan antiguo, no merece tu calle, tu puerta, tu ventana, que el abrazo de Asen abrazo sea de muerte. La muerte que separa ha sido vuestro encuentro y en este barrio antiguo vuestro amor ahora escriben una flor, un silencio y pájaros que cantan.

La alcaldesa del "...y Sevilla"

-ANTENA 3, viernes, 21 horas

Era tópica su tenacidad, su capacidad de trabajo. Los sevillanos, que tenemos fama universal de holgazanes, elegimos de alcaldesa a una señora que tiene fama universal de todo lo contrario. Será por la teoría de las compensaciones. ¿Flojos los sevillanos? Pues miren ustedes la alcaldesa que tienen... Lo que pasa es que los sevillanos, cuando trabajamos, nos gusta ocultarlo: el trabajo es una maldición bíblica. Cuando sudamos para llevar un paso en Semana Santa, por ejemplo, nos ocultamos tras unos faldones de terciopelo y unos respiraderos de plata. Que no se note que trabajamos.Esta era la fama que tenía Soledad Becerril. Paco Gandía, que ahora pasa por la capilla ardiente, diría que en Sevilla hay tanto paro porque todo el trabajo se lo lleva Soledad. Pero hoy hemos descubierto una nueva alcaldesa. Los informativos de Madrid, como si otra vez se inaugurara la Expo, como si otra vez se casara una Infanta de España, hacen un puente aéreo del Ave. Ya han llegado todos los informativos de le televisión, todos los grande programas de la radio. Montan sus estudios de fortuna en la Plaza Nueva, en el interior del Ayuntamiento. Y como a la difícil Sevilla se la conoce a golpe de triunfalismo o de dolor, descubren con retina forastera algo que aquí tenemos muy claro desde este amanecer de la muerte: el temple y el aguante de Soledad. Esta mañana, en la primera radio, en la primera comparecencia con las televisiones locales, cuando no se había producido esta Playa Omaha de los medios de Madrid, Soledad estaba rota. Llegó otra mujer entera y plena del PP, Amalia Gómez, y yo no sé qué ánimos se transmitirían, que ahora queda España entera sorprendida del temple y del aguante de la alcaldesa que los sevillanos tenemos. Dice Soledad que los sevillanos la acompañamos en estas horas de dolor, pero la verdad es que la alcaldesa es quien infunde temple. Es casi una trilogía belmontina frente al toro negro del terror: parar, templar y mandar. Cuando el mando es temple con lágrimas. Fernando Onega se da cuenta del temple de Soledad cuando reescribe el poema de Manuel Machado: "Ermua, Rentería, Zarauz... y Sevilla".

Los silencios de la Catedral

-CANAL SUR, sábado 11 horas

No es un color especial lo que tiene Sevilla. Es un silencio especial. Del silencio, Sevilla ha hecho una obra de arte. Anoche sonaron demasiadas cosas en la Plaza Nueva. "Plaza Nueva, Plaza Nueva, plaza vieja para mí", decía el verso de Cavestany. Y tan vieja... La vieja plaza donde en el siglo XIX se inventó el terrible grito del vivan las caenas, las rompe ahora, con su silencio más que con el folkloreo del cuando un amigo se va. Federico Jiménez Losantos dice por la COPE que en un pueblo de la provincia le han quitado a la calle principal el nombre de Queipo de Llano y le han puesto el de Alberto Jiménez Becerril. También a esta Plaza Nueva, plaza vieja de los fascismo y los golpes de Estado, de los recibimiento a los dictadores, le han puesto el nombre de la libertad en el silencio de esta gente que aguanta bajo los paraguas, que hace colas para subir al Salón Colón, para decirle adiós a Alberto en el mismo lugar en que Alberto casó por lo civil a tantas parejas.

El espíritu de Ermua fue una cosa y el espíritu de Sevilla es otra. El espíritu de Sevilla es este silencio. Silencio de lluvia., Silencio de salida de cofradía. Silencio de plaza de los toros. A la madrugada de silencio, esta ciudad tan acostumbrada a las madrugadas, sucedió la mañana del silencio en la Catedral, Avenida adelante. En esta España que aplaude los ataúdes, que ha aplaudido ya muchos ataúdes, demasiados ataúdes, esta Sevilla que tanto sabe de ovaciones, no le toca una sola palma a los féretros de Alberto y de Asen. Es terrible esta ciudad cuando guarda este silencio. El silencio se oye en Sevilla. Para que se oiga, mejor todavía, suenan los órganos grandes de la Catedral, José Enrique Ayarra toca en honor de Alberto y Asen ese verdadero himno de la ciudad que es la marcha Amargura...

Los de la ETA no saben que han tocado un pueblo que se resigna y se aguanta, y calla, que del silencio ha hecho arte, pero que es terrible cuando se levanta. Aquel 28-F adelantó a sus políticos. Quién sabe qué puede salir de este silencio... Llega la Infanta Doña Elena. Estará pensando: "¿Pero esta Sevilla es la misma Sevilla donde me casé, es esta Catedral la misma Catedral de mi boda?" Ay, no nos conocen... No saben todo lo que Sevilla puede decir con un silencio, desde un silencio. No saben que el lenguaje de la bulla es el silencio. El silencio construye libertades, rompe cadenas. Y el arzobispo, el sucesor del Don Remondo aquel de la calle de los tiros en la nuca, le pone ahora nombre a este silencio. Y lo llama paz.

Los otros ataúdes blancos

-RNE, viernes, 11 horas

Ascen, Clara y Alberto... Nadie sabe dónde están los tres niños de Alberto. Quizá Gabriel Rojas se los haya llevado al campo, pienso. Porque todos piensan y me hacen pensar en los tres hijos de Alberto Jiménez Becerril. Hasta Pilar mi sobrina, compañera de clase, que está viendo los dibujos animados antes de irse a su colegio de la Irlandesas para celebrar la fiesta del día de Mary Ward, y cuando el programa se interrumpe con la noticia, sale gritándole su madre: "Mamá, que han matado al padre de Ascen..." Carlos Herrera borda hoy el periodismo, antes del mensaje de Aznar: "¿Cómo van comprender a estos niños la muerte de sus padres?" Comparece Aznar, con nuestra propia angustia: "Siento la mirada de sus tres niños que nos preguntan por qué, que nos dice qué vais a hacer". Hasta ahora habíamos hablado de los ataúdes blancos de la ETA pero esto es peor que los ataúdes blancos. A los niños ya no les ponen trajecitos negros de luto, pero éstos son los trajecitos negros de la terrible planta de moda infantil de los grandes almacenes de la muerte de la ETA. Y ahora nadie piensa en algo más. La ETA ha matado ya a 800 españoles. ¿Cuántas Ascen y Claras. cuántos Albertos han tenido que estrenar sus trajecitos negros, sin que ni siquiera supiéramos en su momento el nombre? Claro que sin padre y sin madre no se quedaron; lo terrible es esta nueva hermandad de la orfandad. El corazón me dice que no solamente compartimos el dolor, sino que el sentimiento que estamos estrenando es compartir ese desasosiego de la orfandad, a las nueve años, a los cuatro años... Esa es la mirada que está viendo José María Aznar. Aznar seguro que ha sentido ese sentimiento de la orfandad. Amalia Gómez y Aznar nos han puesto a todos como si fuéramos nosotros mismos los que tuviéramos que explicarles mañana a esos niños lo que de ninguna de las maneras puede tener explicación.


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