El Recuadro

El Mundo de Andalucía, lunes 2 de marzo de 1998

Santa Justa, 6; San Pablo, 0 

 

Hay mesas para todo. Hayya más mesas que en unos de esos restaurantes de la carretera de Brenes o de La Rinconada especializados en comidas de empresas y en asuntos de la BBC (banquetes, bodas y comuniones). Hay una Mesa del Olivar, y una Mesa de la Pesca, y una Mesa del Aceite, y una mesa reservada para uno de la Junta que siempre almuerza de gañote, con la visa oro de la cuestión. Por si nos faltaran mesas, ahora me entero de que existe la Mesa del Transporte Aéreo de Sevilla, que más que una mesa debería ser la bandejita de la butaca reclinable, ésa donde pones la comida y cuando al tío de delante le da por tumbarse para echarse la siestecita, de momento te echa encima el botellín ridículo de Rioja que ponen, y luego ya veremos quién paga los gastos de la tintorería.

La Mesa del Transporte Aéreo de Sevilla, como su mismo nombre indica, quiere que en Sevilla haya transporte aéreo. Ardua cuestión. Entre Aeropuertos Nacionales y mi querida compañía Iberia (a cuyo presidente ruego a mis amigos de la calle Almirante Lobo que le envíen por fax hoy mismito recorte de este artículo), han tomado todas las medidas para que en el aeropuerto de San Pablo haya menos gente que por calle Francos a las once de la noche. En vez de hacer tanta Mesa del Transporte Aéreo de Sevilla tenían que haber hecho un poquito menos de Mesa del Transporte Ferroviario de Sevilla, que el Ave tiene la culpa de que tengamos un aeropuerto de tercera división en una instalaciones de Copa de Europa. Señor, si sabían que iban a hacer el Ave y el Ave se iba a llevar a toda la gente, ¿a qué enterrar diez mil millones de pesetas en esa mezquita con forma de aeropuerto o ese aeropuerto con forma de mezquita, donde nadie usa el avión?

Y además, que para dar facilidades al Ave, digo yo, y no hacerle la competencia, Iberia no hace más que reducir vuelos con Sevilla. Más que ponerlos más baratos, como han dicho en la Mesa del Transporte, deberían sencillamente ponerlos, y no quitarlos, que cada vez hay menos. Nos han quitado los enlaces directos con Londres, con París. Ir a Madrid en avión es una odisea. Nada digo si tienes que regresar a Sevilla desde Barajas, después de llegar en un vuelo transoceánico. Con el mal cuerpo de toda la noche en vela, allí que te pegan la media lagartijera de tener que esperar tres o cuatro horas hasta que salga el primer enlace hacia Sevilla.

Sigo defendiendo el avión frente al Ave; primero porque el Ave da una peste a felipismo que atufa, y después porque ir a Madrid en el Ave es echar un jornal. A ver, sumen: media hora de tu casa a Santa Justa; dos horas y media de Ave; media hora de Atocha adonde quiera que vayas en Madrid. Son tres horas y media. Y a la vuelta, igual, otras tres horas y media. Total: siete horas para ir y volver a Madrid. Siete horas es una jornada laboral completa. Por tanto, ir y volver a Madrid en el Ave es echar un jornal, razón por la que prefiero el avión. Pero Iberia, ay, está contra los que tal preferimos. Nos lo pone cada día más difícil. Los sevillanos están engloriados con el Ave, pero yo, de verdad, envidio a los malagueños, que esos sí que tienen un aeropuerto como Dios manda y que es la verdadera puerta de Andalucía con el mundo.

En un boletín turístico que me llega leo que la terminal Sevilla-Santa Justa fue la estación de tren andaluza que registró un mayor número de viajeros en 1997, con 5.390.000 personas. ¿Cuántos viajeros ha tenido San Pablo? Una ridiculez. Y lo malo no es eso, sino que Santa Justa cada vez tendrá más pasajeros y San Pablo cada vez menos, porque los de San Pablo cada vez se lo ponen más a huevo a Santa Justa, para fastidio de los que seguimos prefiriendo el avión, para los que aún profesamos el exquisito rito paulino de viajar como señores y no aguantando a una manta de horteras que se dedican todo el viaje a dar por saco hablando por el teléfono portátil...


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