Supraautonomías,infraautonomías
No sé si recuerdan aquellos
tiempos en que decíamos que España era el Estado de las Autonomías. Ocurría en los
años de Santa Transición Bendita y Alabada, cuya festividad celebramos el 6 de diciembre
con un puente vacacional que tiembla el misterio. El misterio de la Inmaculada
Concepción, naturalmente, que es dos días más tarde, el 8 de diciembre.
España ha sido un Estado de
las Autonomías del mismo modo que mi maestro Beni de Cádiz estuvo en la cárcel. Cuando
al Beni le preguntaban si había estado en la cárcel, respondía, convincente: "Mú
poco, casi ná. España ha sido un Estado de las Autonomías, pero mú poco,
casi ná. Hemos tenido el juego de las siete y media en autonomías: o te pasas, o
no llegas. ¿Quién se atreve a decir que el País Vasco sea una autonomía? ¿Quién
escribe "la Comunidad Autónoma Catalana"? Nadie. Porque no lo son. Como el
Barsa es más que un club, Cataluña y el País Vasco son más que una autonomía. El
Parlamento Catalán lo ha dicho bien clarito, a propósito de la selección de fútbol:
aquello es una supraautonomía.
Lo cual quiere decir lo que
nadie se atreve y aquí ponemos, en cuanto especialistas en afirmaciones políticamente
incorrectas: que si Cataluña va ya por el nivel supraautonómico y no le vemos ni la
matrícula (de Gerona), las restantes son infraautonomías. La verdad de las
supraautonomías y las infraautonomías es que todos sabemos que Pujol pide selección
nacional de fútbol y que, en cambio, creo que regalan un fin de semana en Torromolinos al
que conozca el nombre de los presidente de las autotituladas autonomías murciana o
riojana.
Me pido selección
nacional de Lepe
Vale, concedido: que Cataluña
tenga su selección nacional de fútbol, como reconocerá el Tribunal Constitucional. Pero
yo me pido de nuevo selección nacional para Lepe. ¿Por qué el pueblo lepero, noble y
emprendedor donde los haya, que hasta mereció una visita de Pujol para conocer el emporio
de la fresa, no va a tener su selección supraautonómica? Y con más derechos que nadie.
No en vano el fútbol tuvo en España por cuna a la provincia de Huelva. Si Cataluña dice
que estuvo antes que el Reino de España (o la República Española más bien, por los
años) en la Federación Internacional de Rugby, ¿por qué Lepe no va a estar antes que
España en la Federación Internacional de Trompo, en la Federación Internacional de
Tángana, en la Federación Internacional de Piola? ¿Que no existen esas Federaciones?
Pues que las creen inmediatamente. ¿Ustedes se imaginan lo que va a pagar la CNN por los
derechos de imagen de, por ejemplo, la final mundial de natación (estilo cuchilleta
olímpica) entre la Selección Nacional de Catalunya y la Selección Nacional de Lepe?
Nada digo de la Selección
Nacional Lepera de Fútbol, formada por el brillante elenco local del San Roque, que
competirá en los foros balompédicos internacionales con igual derecho que Escocia o que
Brasil. O con más derechos todavía porque el perro de San Roque no tiene rabo y España
acaba siempre el Mundial con el rabo entre las piernas. "De bromas y chistes, ni
mijita, que marcamos los goles por medias docenas", será el lema de la furia lepera.
Después de todo, que Pujol quiera su selección nacional de fútbol es al fin y al cabo
un chiste de leperos. Con catalanes, pero de leperos.
Lino y paz social del
verano
Hasta las claras del día,
como si fuera el cuarto de los cabales de una juerga flamenca, se llevaron en la comisión
parlamentaria del lino, menuda juerga el cante por peteneras de Loyola de Palacio y los
fandangos de desafío de Amparo Rubiales. Loyola y Amparo deberían repetir este mano a
mano por las plazas de toros en los pueblos, porque sería un espectáculo muy solicitado
por las comisiones municipales de fiestas. Comisiones municipales de fiestas de progreso,
naturalmente.
Oyendo el canto de las
cigarras del lino me he acordado de aquellos veranos antiguos, cuando de los problemas del
campo que se hablaba era de las ocupaciones de fincas, de los jornaleros que no dejaban
trabajar a las desmotadoras y que se amotinaban y quemaban las cosechas. De eso no hace
tanto. Como los dueños de las fincas del lino, los que las trabajan también están
subvencionados. Pero esas subvenciones no son investigadas, porque es el precio de ésta
que llaman paz social, por la que se paga el desempleo agrícola o el PER...
Acaba julio, salen de veraneo
o vuelven diez millones de españolas, y estamos en paz. Los aeropuertos funcionan como un
reloj. Los controladores pidieron no sé cuántos millones y se los dieron. Los pilotos
del SEPLA, ídem de lienzo (de lino). Las cárceles están que son una balsa de aceite.
Los carceleros (perdón, los funcionarios de prisiones) pidieron 4.000 millones y se los
dieron. Pero de eso nadie habla, porque es el precio de esta paz que disfrutamos. La paz
siempre tiene un precio. En dinero. O en cosas peores.