Espero que este artículo sea medicinal, como aquel que le dediqué
a don Alvaro Domecq, "Don Alvaro a La Ina en punto". Le dio un pemperrenque
importante a don Alvaro y estaba en la UVI, y como le tengo ley al caballero de
Torrestrella, pues le puse aquí unas cuantas cosas bonitas. De lo que pasó a
continuación supe por la lengua brava de Miguel Criado:
-- ¿Pero tú te has metido a médico, so mamón?
-- No, Miguel, ¿por qué lo dices?
-- Porque Alvarito le metió en la UVI a don Alvaro el
artículo que le has escrito, y desde que lo leyó está completamente revivido. Vamos,
que lo has puesto bueno, so mamón...
Sin que Ramón Vila me acuse de intrusismo ni de
competencia ilegal, espero que este artículo sean tan medicinal como el que le dediqué a
don Alvaro. A ver si logro poner mucho calcio en sus palabras, para que la vértebra de un
gran torero de Sevilla sane inmediatamente.
-- ¿Pero Morante no es de La Puebla, como su mismo nombre
indica? ¿Cómo es entonces que le pone usted torero de Sevilla?
Porque lo es, y por eso precisamente le dedico este
artículo. Los sevillanos, hace muchas décadas, estamos buscando sucesor a título de rey
del toreo de Sevilla al Faraón.En cada destello de novillero que debuta en la Maestranza
creemos haber encontrado al heredero universal de las esencias, al Príncipe de Asturias
que ocupe el trono cuando lo deje Romero, dentro de muchos lustros. Creíamos haber
encontrado lo que buscábamos en Pepe Luis Vázquez Silva, y lo que hizo el otro día
clandestinamente, según dice Luis Carlos Peris, hace que nunca perdamos las esperanzas.
Luego pensamos que el sucesor podía ser Julito Aparicio. Podíamos haberlo encontrado en
Emilio Muñoz, de tener Emilio esos cien gramos de dulzura que le echamos en falta. Y
ahora pensamos que Morante lleva camino de poder serlo. Torero de Sevilla, en quien la
cuidad tiene puestas todas sus complacencias. Morante ya está recibiendo el bautismo de
sangre como torero de Sevilla, y no me refiero a las cornadas ni a las vértebras rotas en
el tantarantán del volteretón. Me refiero al bautismo de la sangre que hace en el ánimo
la guasa de la gente de por ahí arriba del coñosumare con los toreros de nuestra tierra:
-- ¡Vete a hacer esas lindezas a Sevilla...!
Cuando por ahí arriba le echan en cara a un torero que es
demasiado sevillano es buena señal de que está empezando a dar en las claves de nuestra
estética. Morante puede llegar a serlo, y lo digo con un argumento goyesco. Goya decía
que el tiempo también pinta. Añado que el tiempo también torea. Estos toreros de
hondura e inspiración se van haciendo con el tiempo, una vez que tienen ese duro del arte
que sólo puede cambiar quien lo tiene en el bolsillo del chalequillo. Vi a Morante en su
debú en el Arenal, que es condición inexcusable para llegar a ser torero de Sevilla, que
los afcionados viejos te digan:
-- Pues hay ahí uno en La Puebla que...
Desde que lo vi en su debú lo vengo siguiendo, y me alegro
de su maduración, eso de que el tiempo también torea. Morante es el nombre que Sevilla
alza como un pendón frente a José Tomás y a El Juli. Desde La Puebla. No se olvide que
de aquella misma orilla del río, de Gelves, era uno de Sevilla que le llamaban José.