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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía,  martes 21 de septiembre  de 1999

NUEVO:  Andalucía, Sevilla y Cádiz en la Prensa digital de hoy


Cobradores del frac

 

No tengo el gusto de conocer al fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, pero con todo respeto le informo que le debo una convidá, por cuanto me da ganado el jornal de hoy con su valiente postura sobre El Cobrador del Frac, El Monasterio del Cobro, El Cobrador de Blanco, La Cruz del Moroso, El Cobrador de Guantes Blancos y quienes se dedican a presentar la dolorosa por métodos coactivos a quienes deben hasta de callarse. La Fiscalía del TSJA quiere ilegalizar estas empresas como autoras de delitos continuados, cual el escándalo que le dan al pobre hombre que las está pasando moradas y no puede pagar las letras del coche, y que vaya donde vaya se ve seguido por un señor vestido de frac con un maletín en la mano. O la coacción que ejerce un fraile apostado, noche y día, a la puerta de la viuda que no acabó de pagar la amotillo que le regaló a su nieto. No lo digo por nada, sino por la fama de ligera de cascos que la honorable viuda puede coger entre la vecindad, pues creerán que está liada con un fraile que le ronda la calle.

Aunque sea como llevar polvorones a Estepa, me apresuro a ofrecer, ya que aún no la convidada prometida, sí al menos argumentos al ilustrísimo señor fiscal. Yo, señor fiscal, prohibiría los Cobradores del Frac, pero no por el lado que dice esa asociación de afectados que no pagan ni quemados. Los prohibiría porque cuando veo a un Cobrador del Frac apostado en una casa, no pienso en lo tieso que está quien allí vive, sino en lo desesperado que tiene que estar el pobre hombre que para buscarse las habichuelas se tiene que dedicar a ser cobrador del frac, vestido de mamarracho todo el día y expuesto a que un gracioso le parta la cara. En esta Andalucía donde los cocheros de punto no se quieren poner el uniforme que les regaló el Ayuntamiento, donde los curas van sin sotana y los militares acuden al cuartel vestidos de paisano, los únicos de uniforme son ya los cobradores del frac y los monjes del cobro. Por la dignidad del trabajo de estos hombres había que ilegalizar esa actividad, señor fiscal. No piense sólo en los derechos del mal pagador: defienda los del buen cobrador.

Y luego, el aspecto cultural del asunto. No pagar forma parte de la cultura andaluza. De nuestras raíces romanas. ¿Ha visto usía ilustrísima cómo llaman a la pizarra de las deudas en los bares? La lápida. ¿Habrá algo más clásico y más romano que una lápida? En otros lugares dedican lápidas a los hombres ilustres, a los acontecimientos históricos. Aquí en las lápidas figuran con todos los honores los caídos en los combates de los mostradores, en batallas de blanco peleón o de tinto con agua. Eso, en las clases populares. Que en cuanto a las dominantes, el señorito andaluz tenía a gala no pagar hasta que recogiera el trigo o cortara el corcho. En la cultura señorial, era de mal gusto pagar. Hasta el punto que el arquetipo del señorito, Miguel de Mañara, cuando decidió acabar su vida de crápula, sentar cabeza y hacerse santo, pagó todas sus deudas. El insólito gesto está recogido ahora como virtud heroica en su proceso de beatificación.

Y finalmente, por el honor de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. Que salían sus ilustrísimos académicos de una junta pública y solemne vestidos de frac y alguien que los vio dijo:

-- Ojú, lo que tiene que deber este tío... Fíjate la cantidad de cobradores del frac que salen de esa casa...

 

 


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