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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo, lunes 1 de noviembre  de 1999


El filósofo Toshack

 

Toshack, filosofando
Toshack, filosofando

No sé si cuando este artículo aparezca publicado seguirá Toshack siendo el entrenador del Real Madrid, pues me han dicho que tiene menos futuro que un hematólogo en un congreso de los Testigos de Jehová. No importa que se vaya Toshack. Quedarán otros diez o doce filósofos de plantilla. Porque los filósofos de esta hora no son los catedráticos de Ética, como cuando Aranguren o Zubiri. Los filósofos cuyo pensamiento llega a la sociedad no son ni Savater ni Sádaba. Si Trías quiere que le echen una mínima cuenta, le sugiero que haga urgentemente el curso entrenador de fútbol. Las altas cotas de pensamiento en esta sociedad postindustrial llegan, por un lado, a Carmina Ordóñez, y por el otro, a Toshack. No bien había terminado de asistir en Tómbola a un seminario sobre el pensamiento de la hija de Maestro de Ronda y su teoría fenomenológica sobre comportamientos matrimoniales de los bailines de elenco, cuando cambié de cadena y pude empaparme de la paremiología profunda de Toshack. Pregúnteme lo que quieran sobre ese tratado de filosofía popular que es el Nuevo Refranero Castellano de don Benjamín, donde, un poner, el ojo del propietario aumenta el peso de la vaca y donde una Gunilla sola no hace verano en Marbella.

Terminada mi asistencia a las lecciones magistrales de ambas lumbreras refulgentes del pensamiento hispano, anoche, en los tres mil o cuatro mil programas televisivos de los goles de la jornada, he tenido la oportunidad de aumentar mis conocimientos sobre qué somos y de dónde venimos, pues me empapé enteritas todas las chorradas que decían los entrenadores de los equipos de Primera. Aparecía allí con la gorra puesta uno al que incluso llaman El Profesor, cuya gracia es Griguol, argentino cuyos pensamientos conocen los españoles mucho mejor que los de Borges. Luego oí las formulaciones de la praxis donostiarra de otro filósofo, Xavier Klemente (vulgo Javier Clemente), filósofo que tiene que ser de la escuela peripatética, pues ora aparece impartiendo su doctrina en la selección nacional, ora donde el Profesor de la Gorra le ha relevado en la cátedra, ora cabe la Concha con la Real.

Y me siento en esta hora, a pesar de tantos esfuerzos por enriquecer mi pensamiento, exactamente igual que un extraterrestre, pues de cuantos apotegmas, adagios, aforismos y pensamientos dijeron, no me quedé con uno solo, de las chorradas tan impresionantes que eran todos y cada uno de ellos. Pero a ellos les va estupendamente. Todo lo justifican con su filosofía de papel albal. Las frases filosóficas las hacían antes los toreros, que si El Guerra y su "hay gente pá tó", que si El Gallo y su definición de lo clásico: "Clásico es lo que no se pué hasé mejón". Los toreros eran los filósofos populares de una cultura agraria. Hablaban como la gente de campo, sentenciosos. Los filósofos populares de nuestra cultura urbana son los entrenadores. Hablan como la gente de la ciudad. Nada más que dicen chorradas. Pero con mucha televisión. Eso sí. Con mucha televisión.

 

 

 

 

 


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