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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía, jueves 30 de diciembre de 1999


Mundial Efecto Coral

En Nueva York, en el fiestón del milenio, donde la cena costaba por lo menos cincuenta mil duros el cubierto y donde iban a cantar Los Tres Tenores, no cantan ya ni Los Incansables de Torreblanca, y como no había público que estuviera dispuesto a pagar ni siquiera un menú a base de bocadillos de mortadela de aceitunas, han suspendido el invento del evento. En Las Vegas, donde creían que iba a haber bofetadas para oír no sé si a Elton Jones o al difunto Frank Sinatra redivivo, han vendido menos entradas que para una becerrada en La Algaba, y también se fastidió el evento del invento. Creían que todo el mundo iba a gastarse dos millones por un fin de semana como si fuera la Nochebuena en Nueva York que cantaba Concha Piquer, y aquí no hay gente ni para los cotillones de los botellones donde se exige media etiqueta (¿qué será eso de la media etiqueta?) y anuncian que hay guardarropas, guardarropas donde cada año hay quien al final no encuentra su forro polar o su chaquetón de zorro.

La gente se iba a ir a pasar el final del milenio en París, y sobre París ha caído aquella maldición de Nostradamus que ya anunció Paco Rabanne y que le hizo coger puerta, camino y mondeño. Tanto Nostradamus como Rabanne acertaron, lo que ocurre es que se equivocaron de fecha. Eso del viento arrancando los árboles del Bosque de Bolonia y llevándose de cuajo las vidrieras de la catedral de Notre Dame es completamente un pasaje de las profecías de Nostradamus, que era como la Bruja del Canal 47, pero sin teléfono en directo y con versitos en plan charada del reverso de las hojas de los tacos de almanaque.

Todas las patronales de hostelería están dado el canto de la gallina del fastidio general y universal del invento. Los que esperaban el lleno del milenio tienen ahora las cancelaciones de reservas que no pensaron. Nada es lo que iba a ser. Entre temores del Efecto 2000, mareas negras y ventarrones del Lothar, aquí los prodigiosos fines de año y de milenio están siendo cancelados como agua. Menos mal que Andalucía en este caso no se ha vuelto loca y no ha tirado la casa por la ventana, todo quedará en las doce uvas de la plaza de las Tendillas y en las zambombas jerezanas con campanadas de las doce, doce. Demasiadas frustraciones ante las grandes esperanzas tiene encima Andalucía como para que encima padeciéramos este desengaño del año 2000.

Como la nuestra es una tierra vieja y sabia, que le duelen las posaderas de estar sentada a la puerta de su casa para ver pasar a sus enemigos con los pies por delante, aquí no es nuevo nada de esto del fracaso hostelero universal de las fiestas del milenio. Nos suena a copla antigua, de las que asesinan los progres aprovechateguis al grito de "¡Tatuaje el último!" La frustración hostelera universal que está ocurriendo en todo el mundo ante el fracaso de crítica y público de las fiestas del milenio y de los viajes de ensueño es lo que ya pasó en Sevilla cuando la Expo, cuando la central de reservas Coral puso las tarifas de los hoteles por las nubes, sólo al alcance de los millonarios, la ciudad tomó fama de ser la más cara del mundo y la gente sencillamente desistió de venir, aquello que recordarán que a la Expo al final la salvaron los sevillanos, yendo una y otra vez, entusiasmados, hasta que se cumplió el cupo de visitas previsto. Todo esto del milenio es como lo de Coral, pero a lo grande y en todo el mundo.

 

 

 


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