El tráfico de
esclavos desde Africa hacia las plantaciones de Estados Unidos
y todas las orillas antillanas, insulares o continentales de
América, no se hubiera entendido sin la figura del negrero.
No hay que haber visto "Gunta Kinte" para saber que
los negros eran cazados literalmente a lazo, encadenados y
estabulados en las bodegas de los barcos negreros. En un libro
de la americanista Enriqueta Vila, me impresionaron los
dibujos de aquellas bodegas donde los pobres negros
esclavizados iban como los pollos ahora en las jaulas de los
camiones de las carreteras.
Los negreros
siguen existiendo. Están ahora en Ceuta, en Tánger. Europa
es el destino que fue América. Las Antillas están en las
costas de Tarifa, en Canarias. Pero como las ciencias
(sociales) avanzan que es una barbaridad, mientras que antes a
los negros que esclavizaban los tenían que cazar a lazo en el
Africa tropical del anuncio del Cola Cao y tenían que
amarrarlos con cadenas para llevárselos a trabajar al
infierno americano, ahora los esclavos no sólo sientan plaza
de voluntarios ante los negreros, sino que encima pagan una
fortuna, hasta medio millón de pesetas muchas veces, para que
se dignen montarlos en el barco. Esclavos magrebíes, esclavos
de Nigeria, que para que los negreros los monten en sus barcos
a veces tienen que pagar el más alto precio que un hombre
pagar puede: su propia vida. Como antes la mar y las
fatiguitas negras de la muerte hacían aquella selección
natural de la especie a lo largo de la mar oceana, así ahora
sólo llegan al paraíso prometido los más fuertes, los más
dispuestos a trabajar, los que más rendimiento darán a los
nuevos señores de Europa, dueños de las plantaciones donde
los nuevos esclavos hacen las tareas indignas para los
blancos.
Los barcos
negreros de ahora son las pateras, los camiones de
contenedores donde las criaturas pasan el Estrecho, escondidas
en la rueda de repuesto. Una filmación del telediario del
apresamiento de los voluntarios de la esclavitud de una patera
por la Guardia Civil es como un capítulo inicial de
"Raíces". Las lonjas de esclavos que hemos visto
reutilizadas como museos por Guadalupe y todas las Antillas,
existen. Las plazas de muchos pueblos de los cultivos bajo
plástico, las Urquinaonas de toda Europa, siguen siendo las
lonjas donde los amos siguen yendo a contratar a los esclavos.
No los quieren marroquíes, que, cimarrones, exigen sus
derechos como hombres y como trabajadores y quieren ser
libertos. Los quieren, como en las lonjas esclavistas
virreinales, de Gambia, de Nigeria. Los negros que no
protestan y que ahora hasta se pagan ellos mismos el viaje
para someterse a la esclavitud de los amos.