Como la
mentalidad dominante dice que a muchas cosas del pasado hay
que dejarlas donde habite el olvido...
-- Eso
es lo que dijo Aznar, citando a Luis Cernuda... Pero me
extraña que diga usted que el PP es una mentalidad
dominante...
Pues
sí: una mentalidad dominante... en la Andalucía aún
dominada por el PSOE, porque aquí abajo no se ha hecho ese
cambio de mentalidades, quizá porque Andalucía es siempre
más conservadora y más del pasadomque la leche que mamó, y
el pasado y lo antiguo es tener, verbigracia, un alcalde
felipista.
Como la
mentalidad dominante indica que hay que dejar el pasado donde
habite el olvido y además los médicos dicen que los
berrenchines que no conducen a nada lo único que hacen es
subir el colesterol.
-- Y los
triglicéridos, no se olvide usted de los triglicéridos...
Eso, y
los triglicéridos, pues por eso mismo no vamos a unirnos al
muro de las lamentaciones por la destrucción de la
Cordonería Alba. Menos mal que se han quedado en la
Cordonería Alba, porque Sevilla está en tan proceso de
destrucción que por poco se cargan también a Cayetana de
Alba, y a Guillermo de Alba, el que iba de banderillero con
Romero y ahora de chófer con Criado. La del Alba sería
cuando nos dimos cuenta del peligro que corren las tiendas
históricas. Por eso, más que lamentarme por lo irreparable,
quiero llamar la atención sobre esas maravillas que nos
quedan, que se llaman Sombrerería de Maquedano en Sierpes o
Joyería de Reyes en Mercaderes. Ahora estamos a tiempo de no
lamentar un día la desaparición de esos dos auténticos
monumentos comerciales. ¿Cómo? Pues protegiéndolos. ¿Cómo
se protegen estos monumentos en una economía libre?
¿Asfixiándolos a leyes y reglamentos? No, todo lo contrario:
ayudando a sus propietarios para que los mantengan como hasta
ahora, por el servicio cultural que hacen a la comunidad.
¿Tiene exenciones fiscales la familia Maquedano por lo bonita
que tiene la tienda de Sierpes? No, padre, breada a impuestos
como todos los comerciantes. ¿Y por qué no es ya aquello una
oficina de cambio para los turistas, con la buena esquina que
tiene? Pues que hay una sevillana con paladar, la dueña, que
mantiene la tradición de su familia aunque le cueste el
dinero. ¿Que por qué no le conceden exenciones fiscales, por
qué no dejar de cobrarle por lo menos el IBI y el IAE, por
qué la Consejería de Cultura no le da una subvención? Ay,
mi amigo, porque esto es lo que hay en esta sociedad cada vez
más estudiada y más titulada, pero más inculta y con menos
sensibilidad.
Y de
Joyería Reyes, tres cuartos de lo propio. ¿Quién se ocupa
de ayudar al dueño de ese monumento del Modernismo sevillano,
que en Barcelona estaría subvencionado por la Generalidad?
Pues nadie, nada más que cuatro clientes locos que vamos
allí a comprar los regalos de bodas como una forma activa y
militante de ayudar al mantenimiento de una parte de Sevilla.
Esto que
dice aquí el cronista es lo que debería pensar la ciudad
entera, sacando a hombros a esos comerciantes que mantienen
sus tiendas tradicionales como el tesoro que son. Antes de
que, como en la Cordonería Alba, sea demasiado tarde. Porque
estas tiendas de siempre también las va colocando Sevilla,
ay, donde habita el olvido.