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El
Ateneo de Sevilla le ha dado su medalla de oro a José Manuel
Lara Hernández, cuando, según el andaluz libro de normas de la
tacañería de honores, tenía la absoluta seguridad de que no
podía recogerla en persona. Si habrá tenido tiempo el Ateneo
para tirarse un detalle con quien durante lustros perdió el
dinero patrocinando el premio que llevaba el nombre de la Docta
Casa, que casa sí que es, una casa de la calle Orfila, pero que
docta no sé yo qué decirle... Pues los sabios doctores tienen
las prendas de la justicia y la generosidad, y a Lara, a cambio
de los millones del premio, lo que le dio el Ateneo fue un
disgusto muy gordo, un recital de injusticias a cargo del tonto
alicatado hasta el techo que a la sazón presidía la entidad.
Pero bien está lo que bien acaba, y José Manuel Lara Bosch
heredó ayer en vida de su padre los tardíos honores sevillanos
al viejo, incansable, irrepetible luchador de El Pedroso.
Luchador, eso. Lara, el viejo Lara, mi querido Lara, se puso un
día el uniforme de la Legión y para mí que aún no se lo ha
quitado. Profeso del credo legionario, defendió a sus amigos
con razón o sin ella. Y entre sus más preciados amigos estaban
su Andalucía, su Sevilla, sus escritores de esta tierra. Aún
estoy oyendo su voz de muchas mañanas:
-- Burguitos, déjate de escribir en los periódicos, que eso
no sirve pá ná, y hazme una novela, que tengo muchas ganas de
darte el Planeta...
Antes me había dado el Ateneo de Sevilla, una vez que me
dejé de escribir en los periódicos, que eso no sirve pá ná,
y compuse "Las cabañuelas de agosto". Y como a este
guardia, animó a media Andalucía literaria a escribir. No
ahora, que medio mundo editorial pertenece al nada
extraterrestre Hemisferio del Planeta Agostini, sino cuando los
exquisitos y los progres lo tenían por mercader de libros y con
quien perdían el culo era con Seix Barral o con Destino... que
Lara acabó comprándolas. En plena dictadura, me llamó Lara un
día:
-- Mira, fenómeno, como sé que Barrios, y tú, y Grosso, y
Requena, y muchos, tenéis problemas con la censura y ahora
Ricardo de la Cierva es director general del Libro, le he dicho
que vaya a Sevilla y os vea, que esos libros tienen que salir...
Y vino Cierva, y nos reunió en "El Rincón
Español" de Paco Carvajal, y aquellos libros pasaron el
fielato de la censura. Esto, para que digan que Lara era un
franquista de no sé cuánto. Y para que digan que no amaba a su
tierra, ahí está medio padrón de El Pedroso colocado en sus
editoriales, y ahí los tomos de su "Historia de
Andalucía", que yo no sé qué profesor la dirigió. Ah,
sí, lo sé: el profesor Lara, doctor honoris causa de la
Universidad de Amar a su Tierra. Y todo esto, además, sin dejar
de hablar orgullosamente andaluz donde quiera que estuviese,
más listo que el hambre, más trabajador que ninguno, tan sabio
que en todo se dejaba llevar por María Teresa Bosch, la jefa de
su Casa Civil.
Sé que Javier Harillo le va a leer este papel al viejo Lara,
como le leyó el arranque de "Curro Romero, la
esencia". Que sepas, José Manuel, que las verdaderas
medallas de oro, que son las del agradecimiento, te las dimos
hace muchos años, en los tiempos duros, los que escribimos en
Andalucía, aunque sea en los papeles, que ya sé, fenómeno,
que no sirve pá ná, pero que por lo menos valen para poner el
corazón en unas letras. Como te lo he puesto, mi viejo Lara...
Sobre José Manuel Lara en El RedCuadro:
"El
marqués de Lara ya tiene calle"
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Biografía de Antonio Burgos
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