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Todo
el mundo se cree que sabe un poco de Medicina, y ni idea nada, y
todo el mundo se cree que sabe un poco de Economía, y ni papa.
Se leen las páginas salmón de los diarios como la Biblia, y
los oyes y dan el pego. Tengo un amigo que cada vez que me ve me
dice:
-- No vayas a invertir en eléctricas...
-- No, si yo no invierto ni en cupones. Pero no cupones de la
Deuda Pública, sino los cupones de los ciegos...
-- Ah, por eso, porque ahora, con lo de Iberdrola y Endesa...
Me encuentro en cambio a Jaime Ybarra, que preside Sevillana,
y no me habla de las eléctricas, sino de Curro Romero. Y me
encuentro en cambio a Carlos Oriol, que media Iberdrola es suya,
y no me habla de las eléctricas, sino de la leche de La
Coronela y de los congresos que tiene en lista de espera en El
Esparragal. En cambio, estos espontáneos agentes de Cambio y
Bolsa, ¡te pegan unas tabarras con el Indice Dow Jones! A mí
lo de Dow Jones me suena a esos cantantes raros americanos que
pone luego Jesús Quintero en sus sintonías, y lo de Tokio, el
Indice Nikei, me suena siempre a Walt Disney, el índice Nikei
Mouse, naturalmente. Como lo del Ibex 35 o el Ibex 33 o como se
llame me suena a herramienta mágica del mecánico que nos
arregla el delco cuando el coche no arranca, la que le pide al
aprendiz:
-- Niño, dame la Ibex del 35... No, mejor dame la del 33,
que verás que pronto le ponemos en coche en marcha...
Y como nadie sabe una papa de Economía, se les va lo que
ahora nos confirman, y que siempre pensamos los legos en la
materia: que la mejor inversión son los ladrillos,
especialmente si son ladrillos de un piso en Sevilla. En el año
al que le hemos cantado el gorigori, las propiedades
inmobiliarias (vulgo pisos) en Sevilla se revalorizaron en un 10
por ciento. A ver, que vengan los Salomones de las páginas
salmón y los espontáneos asesores de Bolsa y que me digan qué
valor ha tenido una rentabilidad del 10 por ciento, y sin
tocarle al principal. En estas cuestiones le hago caso a un
perro viejo, a un pisoteniente de Sevilla. Digo pisoteniente
porque no todos van a ser terratenientes. A este pisoteniente,
que es un latifundista urbano, que los hay, cuando los amigos le
invitan a que rehabilite alguna propiedad que tiene con renta
antigua, siempre contesta:
-- Mira, a esa casa, así, lo peor que le puede ocurrir es
que se revalorice.
Pues en el último año, enemomento (como dice el
chiste del intérprete gangoso que cuenta Antonio Romero el de
Los del Río), su capital se le ha revalorizado un 10 por ciento
sin comerlo ni beberlo. Y no hay ni que leer lo que ponen los
papeles. Basta salir a la calle. Nunca hubo más agencias de la
propiedad inmobiliaria, con sus lujosos escaparates de ofertas,
que como aquí hay tanta gracia, ya les han puesto nombre. Lo
oí el otro día. Una vecindona, que quería comprarle un piso a
la niña que se va a casar, y le dijo una amiga:
-- Niña, eso, te vas a una agencia de los pisos retrataos...
-- ¿Cómo una agencia de los pisos retrataos?
-- Sí, hija, ésas que tienen en el escaparate los retratos
de los pisos que venden.
Bueno, pues sin salir del retrato de los escaparates de los
API, los pisos se han revalorizado un 10 por ciento.
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