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Tengo
que confesar como eximente de que se me vaya la mano que Cristina
Hoyos me cae muy bien. Me enternece la historia de aquella niña
pobre del Corral del Trompero, que jugaba con una niña rica
de la misma calle Vírgenes, Carmencita Laffón, la hija del
médico. Esta frase que acabo de escribir la desarrollas en 300
páginas con un fondo de tranvías, de riadas y de cantes
fandanguilleros por las tabernas de serrín y mosto, y es una
novela de la Sevilla de los años del hambre. Pienso al ver a
Cristina en las otras niñas pobres de Sevilla que querían ser
artistas para salir del corral. Cristina llegó, pero otras no
llegaron. En el mejor de los casos, cuando estaban trabajando en
el cuadro flamenco de la Parrilla del Cristina conocieron a un
sargento americano de la base de Morón, se casaron con él y
son ahora unas oscuras amas de casas de Oklahoma que los
domingos se acuerdan de su tierra y hacen unas papas aliñás
muy simpáticas, que no le acaban nunca de gustar a Johnny, el
marido, que ahora está retirado y se dedica a beber cerveza, a
ver la televisión y a cobrar la paga, cómo se ha puesto de
gordo y desfondado, con lo guapo que era...
--- Esto que acaba usted de poner es otra novela...
Por eso me encanta Cristina Hoyos. Porque evocas de cada
momento de su vida y te sale una novela. Como te salía en el
"Arsa y toma" que representó en el Lope de Vega.
Cantaba, y por su voz salían los amoríos de todas las mocitas
sevillanas de los corrales:
- Mi mare me dijo a mí
- que tu cariño olvidara...
Bueno, pues la madre de Cristina Hoyos, que aún vive, y que
tiene 84 años, le ha dicho a ella que su cariño olvidara, y la
bailaora lo ha olvidado. Me refiero al cariño de un cargo
público en Madrid: directora del Ballet Nacional. Con lo que le
han rondado la calle para que aceptara, Cristina ha dicho que no
hay dinero en el mundo para sacarla de Sevilla, y más para
dejar a su madre sola, que vive con ella en la casa de Villares
Altos, que es como vivir en un cuadro de Barrón con un fondo de
río, de torre y de atardeceres malvas. A Cristina Hoyos no se
le ha perdido nada en Madrid, y eso le honra. Lo mismito que
otros, que le ofrecen en Madrid un cargo de ayudante del
asistente del secretario de lo que sea, y tras pegar un bote que
llegan al techo, preguntan:
-- ¿A qué hora sale el próximo Ave?
La autonomía no ha servido como que dejemos de tener a
Madrid como medida de todas las cosas, especialmente en las de
Cultura. Parece como que el que vale tiene que irse a Madrid,
que se queda en Andalucía el que no sirve para otra cosa. La
autonomía no ha valido para que nos libremos del servilismo de
tener que hacer la reválida y el examen de grado de todo en
Madrid. Sin salir del mundo del baile, Sara Baras, un poner, es
conocida porque hizo justo lo contrario que Cristina Hoyos: irse
a Madrid. Enseguida iban a conocer a Sara Baras si siguiera en
La Isla, como Cristina Hoyos sigue en Sevilla, y a mucha honra y
gloria del baile andaluz...
¿Usted ha visto todo lo que llevo dicho sobre los Madriles y
Cristina? Bueno, pues nuestro sentido de la autonomía y de la
cultura andaluza es tan grande, que a estas alturas del
artículo habrá quienes piensen de Cristina:
-- Cuidado la tonta, ofrecerle la dirección del Ballet
Nacional y no cogerla por no querer irse a Madrid...
Sobre Cristina Hoyos, en El
RedCuadro:
La niña del Corral del Trompero
Cristina Hoyos, última de la lista, primera de la fila
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