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Como
en Inglaterra no tienen un Badiola que sacar en el telediario de
la BBC, le han echado la culpa de la fiebre aftosa a las sobras
de los restaurantes chinos. Lo cual constituye un gran
descubrimiento. No por la fiebre aftosa en sí, que de las
bucólicas ovejitas luceras del telediario ha pasado a las fosas
comunes terribles, sino por los restaurantes chinos. Sabemos de
los restaurantes chinos bastante menos que de las logias
masónicas o de las condenas de la ETA por parte del llamado
nacionalismo vasco moderado: es decir, nada. En este tiempo de
fin de los oscurantismos, de jornadas de puertas abiertas, de
oficinas de relaciones públicas, los restaurantes chinos siguen
siendo para mí un misterio. Aparte de los rollitos primavera,
no sabemos nada de los restaurantes chinos. Y no es cuestión
baladí. En Madrid, por ejemplo, hay más restaurantes chinos
que restaurantes vascos o que mesones gallegos, que ya es decir.
No creo que en China haya tantos restaurantes chinos como en
España. Probablemente allí hay restaurantes gallegos, pues ya
se sabe el don de la ubicuidad del galaico, heraldo de España
por medio mundo y parte del otro medio.
Hay cosas en este mundo absurdas, pero ninguna como pedir
reserva de mesa en un restaurante chino. De las muchísimas
cosas que me inquietan de los restaurantes chinos no es
solamente la cantidad de ellos que hay, sino lo vacíos que
están siempre. Más o menos sabemos qué se come en un
restaurante chino. Lo que desconocemos absolutamente y es el
más hermético de los misterios es cómo una familia de chinos
puede comer con las ganancias de ese restaurante. Cuando aparece
una noticia de ajustes de cuentas entre las mafias de los
restaurantes chinos, la pregunta es: ajuste, sí, ¿pero de qué
cuentas? ¿Qué cajas hacen esos restaurantes?
Y aquí empiezan las películas de misterio en torno a los
restaurantes. Dicen que más que La Gran Marrulla China, La
Puerta del Celeste Imperio y esos nombres exóticos que les
ponen, algunos deberían ser titulados La Lavadora Oriental, por
cómo aseguran que su gran especialidad es el blanqueo de
dinero. ¿Tienen papeles los chinos del chino, que es como
conocemos por antonomasia a todo restaurante del género,
"un chino"? ¿Son legales o ilegales los chinos? Sin
pateras y sin listas de espera en Extranjería, España se nos
ha llenado de chinos, de los que además cuentan espeluznantes
historias de antropofagia y de abuelitos muertos metidos en el
congelador: "¿Tú has visto alguna vez el entierro de un
chino?"
No, yo vi una vez una cosa más rara: un restaurante chino
donde había gente comiendo y todo...
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Biografía de Antonio Burgos
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