|
Rompan
filas de solidaridad y antirracismo. Pongan sus conciencias en
posición de "en su lugar, descanso". Desabróchense
los cinturones y no dejen ningún objeto de su propiedad a
bordo. Respiren con alivio. Porque no hay caso de barco negrero
de los niños esclavos. Tras habernos tenido toda la Pascua de
los huevos pintados con el alma en un puño, va a resultar que
el "Etireno", ese barco con nombre de gas del agujero
de ozono, lo que llevaba eran poco menos que jubilados del
Imserso en plan vacaciones en el mar. La metedura de pata de la
Unicef ha sido tal que parece que fuese Celia Villalobos la
delegada en Benin del Fondo de la ONU para la Infancia. En el
puchero del barco negrero sólo ha faltado ese hueso.
En la aldea global, cuando dicen que se han superado los
nacionalismos (excepto el del púlpito del hijo cura del
requeté vasco), cada vez pegan unos petardos más gordos las
organizaciones internacionales. Cagancho en Almagro quedó
aproximadamente como José Tomás el domingo en Sevilla si se
compara con cómo ha quedado la Unicef con este revuelo mundial
que ha armado. Esto nos pasa por confiar tanto en los guardias
de la porra de la aldea global. Coge Fischler la negociación
pesquera con Marruecos y aquí no hay quien compre más una lata
de melva canutera en Tarifa. Coge Esther Guluma el
"Etireno" y lo carga de los niños esclavos que nunca
existieron.
Como la Unicef está visto que no entiende de barcos, yo
sugeriría a don Joaquín Ruiz Giménez que aprovechara la
collada de la singladura del "Etireno" y pusiera pie
en pared en el lamentable tráfico de niños esclavos que
padecemos en España. No, no me he equivocado. He dicho niños
esclavos. Niños encadenados, a los medios informativos. Los
padres de Benín venden sus niños por 14 dólares, pero los de
aquí les dan sopas con honda. Los venden por bastante más de
14 dólares, y si no les digo la cifra exacta es porque no sé a
cuánto está el cuarto y mitad de exclusiva en la prensa y la
televisión del corazón. Igual que los niños esclavos iban a
llegar a Malabo, aquí llegan a la estación del Ave y nadie
dice nada. Los llevan sus propios padres atraillados, para que
la foto que venden tenga más morbo... y mayor cotización. Yo
no conozco a los supuestos niños esclavos de Benin, pero sé
los nombres y me conmueven las caritas de los niños de Antonio
David Flores, que utiliza cada vez que le viene en gana. Sé
cómo es la cinta que Belén Esteban le pone en la cabeza a su
pobre niña, esclavizada en las exclusivas. Lo sé porque cuando
no la saca en la televisión la madre es porque me la enseña su
señor padre, el torero del pueblo de las petacas. Con niño,
como es bien sabido, se cobra más. Así que venga la Unicef y
me diga si esto es comerciar con los niños o no es comerciar
con los niños, esclavizar a las criaturitas para sacar dinero
con ellos.
Sobre este tema, en El RedCuadro:
"El
abuso artístico de menores" El
barco negrero de los niños africanos, nuestros barcos
negreros interiores
Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
Libros
de Antonio Burgos publicados por Editorial Planeta -
|