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Tus
manos ahora, Gorka Landáburu, nos lo dicen a todos. Tus manos
de escribir en libertad, tus manos de tomar de un anaquel el
ejemplar de la Constitución o de consultar los artículos del
Estatuto de Guernica. Tus manos, Gorka, nos lo han dicho todos
en tu casa de Zarauz. Esas manos que no querían que escribieran
más las verdades que sueles, como desde hace tantos años, son,
Gorka, las manos que por ti, como si fueran tus propias manos,
ponemos ahora todos tus compañeros sobre el teclado.
Tus manos, y tu voz. Sin darle la menor importancia, tú y
Luis del Olmo, en las mañanas de Onda Cero, habéis hecho por
el respeto a la cultura y a la lengua vasca mucho más, bastante
más que estos asesinos que querían poner tu nombre tras el de
López de Lacalle en esta terrible lápida de nuestros soldados
no desconocidos, sino bastante conocidos, caídos por la
Libertad. Te digo lo que has hecho por la cultura vasca porque
tu nombre está tan íntimamente unido a ella, a su paisaje de
esperanzas, que hubo un momento en que yo no sabía si
"buenos días" en vascuence se decía
"Egunón" o se decía "Gorka". El
"Egunón, Gorka" que te daba Luis del Olmo, desde hace
tantísimos años, era como un grito de batalla, en la batalla
de la información y de la opinión, en la que tanto
triquitraque hay y ha habido, y tanta bala esperando estrenar
una pistola croata. Con el "Egunón, Gorka" de tus
buenos días de la radio, eres un símbolo de todo lo que
queremos que amanezca, esas claras del día que tantas
fatiguitas y tanta sangre están costando.
Tus manos, Gorka, me hacen ahora pensar en los escrutinios.
Pueden que hayan perdido todos los votos del mundo. ¿Qué más
da? ¿Le pelo el perro? Pélelo usted; si el perro no es mío...
¿Le damos 80.000 votos al
PNV? Délos usted, si lo nuestro no
es la democracia. Tus manos me hacen pensar, Gorka, que los
fascismos no cambian con el tiempo. Estos, como aquellos, siguen
creyendo que el mejor destino de las urnas es romperlas. Y si es
con un paquete-bomba que de paso se lleve a media docenita de la
Brunete Mediática, mejor todavía.
Tus manos, Gorka, si ahora las pudieras llevar a la
calculadora con la que en la noche electoral echabas cuentas de
urgencia sobre el escrutinio, te dirían que quieren compensar
80.000 mil votos con unos cuantos paquetes de más, con unas
balas, con unos coches. Y tus manos escribirían en el teclado,
lo sé, Gorka, que no nos van a callar, ni aunque nos esperen en
la puerta, ni aunque se nos metan con el cartero. Esta terrible
situación de la democracia en la que si suena el timbre y es el
cartero, no sabes qué te trae el cartero. Para ti el cartero,
gracias a Dios, volverá a llamar dos veces. Como yo ahora
escribo Libertad con tu nombre, con tus manos.
Egunón, Gorka...

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