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Anderson
Murillo, el varilarguero colombiano, me hizo pensar la tarde de
los toros de Victorino que la extranjería, si rima con
caballería, no tiene el menor problema. Aparentemente. El
problema de la extranjería viene por mar, subsaharianos en la
patera, o por aire, ecuatorianos en Barajas. Al trabajador
extranjero no lo prenden si, en la arena del ruedo, lo montamos
en un caballo con un castoreño, una gregoriana, una mona, una
chupa tabaco y oro, una calzona de fieltro y lo sacamos en el
paseíllo de Las Ventas con la cuadrilla de Esplá o del
Zotoluco. Ante Dios nunca serás héroe anónimo y a caballo y
con una vara de picar en la mano, aunque tengas menos papeles
que una liebre, nunca serás extranjero en la cola de una
Subdelegación del Gobierno: saldrás retratado dando la vuelta
al ruedo.
La plaza montada de triunfador de San Isidro a la fuerza
tenía que ser para un inmigrante. Estaba escrito en los deseos
del público. No se da el premio al mejor picador al que no
tenga una vara como un cante de ida y vuelta, un palo que se
tire a la antigua usanza o un regatón que golpee el suelo
provocando la arrancada. Por encima de la Ley de Extranjería,
la gente quería darle el premio al mejor picador a un mexicano,
a Efrén Acosta, el que hace que todos los caballos sean
ensabanados, por el blanco lienzo que pone sobre la montura, ni
que fuera la mudanza de un tresillo isabelino. Pero como Efrén
Acosta el mexicano dio el bastinazo con los toros de Cuadri, el
sello de la ventanilla de extranjería de Las Ventas encontró a
Anderson Murillo para estampillarlo de premio Mayte.
El público no pide pasaporte al arte. Los sindicalistas del
toreo, sí. Habla por la radio Anderson, y cuando esperaba oír
a un torero recordando su triunfo, me encuentro a un inmigrante
hablando de sus papeles. Da pena. Murillo recalca que tiene la
doble nacionalidad, colombiana y española, en vista de que le
hacen la vida laboral imposible en Colombia y en España. Los
papeles que el público no le pide se los exigen sus
compañeros. Como si las pateras de Tarifa vinieran llenas de
picadores, a Anderson Murillo le amarga la gloria el sindicato.
Si por el sindicato fuera, exigía que Alemania no aceptara la
llegada de banderilleros polacos y de picadores eslovenos con la
ampliación de la Unión Europea... A Anderson Murillo le pasa
como a Salmoral, el cámara que filmó el vídeo de
Paquirri en Pozoblanco. Cuando le anunciaron que lo iban a proponer para el
Pulitzer, dijo: "No, yo no quiero el Pulitzer, yo lo que
quiero es que me hagan fijo en TVE". Anderson Murillo
tampoco quiere el premio Mayte. Lo que quiere es que los
sindicatos lo dejen torear como español en España y como
colombiano en Colombia.
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