Las
Cajas le han dado el cajonazo a Don Manuel, pero Don Manuel no
se quiere enterar, no me lo cuentes, vecino Beneroso, vecino
Benjumea. El problema de Don Manuel es que no se entera. Que no
se entera de que no es Don Manuel. Y que nunca será ya Don
Manuel. Que aun teniendo en las manos todas las cartas para ser
proclamado como Don Manuel en toda Andalucía, no ha dejado
nunca ser Manolo, como se le conocía cuando su partido le
obligó a cruzar Despeñaperros como candidato a palos para la
Junta. ¿Qué se puede esperar de una autonomía donde al
presidente le llaman Manolo? Esta es la autonomía de los
manolillos, como dice muy acertadamente José Antonio Gómez
Marín. Una autonomía de manolillos regida por Manolo.
Lo que ha pasado en las Cajas es que Manolo se creía que era
Don Manuel. Y aquí no hay más Don Manuel que Don Manuel. Eso
es terrible, pero es así. Tú dices:
-- Vaya tela lo enfadado que está Don Manuel...
Y te responden:
-- ¿Porque la afición no lo deja irse?
-- No, por lo el motín del Monte y el cajonazo de la Caja...
-- ¿Pero tú de qué Don Manuel estás hablando?
-- De Don Manuel Chaves...
-- Ese no es Don Manuel, ése apenas llega a Manolo...
El error de Manolo ha sido creerse que iba a pegar el
telefonazo al Monte y a la Caja y le iban a decir como los
aficionados responden en primer tiempo de saludo al verdadero
Don Manuel:
-- Lo que usted diga, Don Manuel...
El Duce y Don Manuel tienen siempre la razón. Y si no la
tienen, se inventan un enemigo exterior, se hace el panegírico
del cemento como justificante de las obras y los deseos, se
exalta la figura del líder sacrificado. Pero Manolo ni es
líder ni es sacrificado. Ni ha sacado a Andalucía de infierno
alguno. Ni la ha salvado del trance de la desaparición. Ni
tiene detrás masas enfervorizadas. Se han equivocado Antonio
Sanz y el PP cuando han comparado a Manolo con el Duce. Tenían
que haberlo comparado con Don Manuel. Le doy a Sanz el titular
que se perdió, el "match ball" que falló con la
pelota en el tejado de la fusión de las Cajas:
-- Manolo se ha creído que es Don Manuel...
Manolo quiere que las cuentas de la Caja única funcionen
como los presupuestos de Don Manuel. Y lo de Manolo no se salva
ni yendo el Consejo de Gobierno en pleno a rezarle al Gran
Poder. Porque va a San Lorenzo, y le dice el Señor de Sevilla:
-- Lo siento, Manolo, pero ya han estado aquí Beneroso y
Benjumea y yo soy Hombre de Palabra...
Es palpable la pérdida de papeles y de identidad de Manolo.
Igual que otros, majaras, se visten de Napoleón, Manolo, en la
esquizofrenia de la soledad del poder en declive, se ha creído
don Manuel. Todo, por la obsesión del nombre propio, en el
partido de los nombres propios. Manolo siempre va con el pie
cambiado. En el partido triunfal de Felipe a secas y de Alfonso
a secas, siempre fue Chaves, nunca Manolo. La plaza montada de
Manolo la había ganado por oposición Manolo del Valle. Ahora
ya es tarde para reclamar la manolidad. Porque lo que le ha
ocurrido a Manolo no le hubiera pasado a Don Manuel...
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