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Ya
sé por qué apenas se enseña Historia con todos sus avíos en
institutos y escuelas. Así es más fácil poder reescribirla
cada día a gusto del consumidor. Los pocos libros de texto de
Historia que hay deberían tener hojas intercambiables, con dos
agujeritos para un archivador. Así sería más sencillo poner
al día este palimpsesto que estamos convirtiendo la Historia.
El libro de la Historia se parece ahora al de los gustos, porque
suele estar en blanco, para que cada cual vaya escribiendo lo
que tenga por conveniente. Antes se rescataban periodos
artísticos, pintores, arquitectos. El románico estaba de moda
una época y luego el gótico. El barroco pasaba de ser un
horror a una maravilla. Se archivaba a Murillo como pintor de
cromos y se rescataba a El Greco como ideal de la Generación
del 98. Los cambiantes criterios del Arte se aplican ahora a la
Historia, novela negra donde hay que descubrir al culpable, no
por puro placer intelectual, sino para pedirle que pague los
tiestos rotos.
En Durban han puesto en marcha una vez más la moviola de la
Historia. Ha presidido aquello ese esclarecido valedor de los
derechos humanos que se llama Fidel Castro, el gran defensor de
las libertades en Cuba (miren cómo se me queda el dedo...) Y
quieren estos señores de Durban que los países esclavistas
compensen al Africa negra (perdón, subsahariana) por el barco
negrero (perdón, subsaharianero) en el que se llevaron
aherrojado a Guntha Kinte para hacer el telefilm en los Estudios
Universal. Por mí, encantado, pero aparte de los campos de
algodón de Alabama, donde hubo más esclavos fue en los
ingenios de caña de azúcar de Cuba, así a Castro le va a
costar la moviola un dinero.
Es conveniente que el mundo occidental pague su deuda
esclavista porque así tendremos argumentos morales para exigir
otras compensaciones. Como eso sea así, puestos a dar caña a
la moviola de la Historia en este permanente Tribunal de
Nuremberg, en el que el Papa pide perdón cada día en nombre de
la Iglesia por lo de Galileo Galilei, nosotros deberíamos
exigir compensaciones económicas al Reino de Marruecos por lo
de Tarik y Muza. Puestos así, Mohamed VI debe pagar pensiones,
en plan presos políticos del franquismo, a los tataranietos de
los caídos en la batalla de las Navas de Tolosa y compensar al
Reino de España por las campanas que Almanzor quitó de
nuestras catedrales. Ya me contarán lo que podemos exigir
nosotros por siete siglos de dominación árabe. Tanto, que
hasta podemos llegar a un arreglito. Como aquel Sir Edmund
Hoare, el embajador inglés en Madrid que rogaba a Serrano
Suñer que no le mandara más guardias, sino menos manifestantes
pidiendo Gibraltar español, nosotros a Mohamed VI podemos
decirle que no le cobraremos las compensaciones por los siglos
de dominación mahometana si deja de mandar pateras con
descendientes de Tarik y Muza a ese matadero de criaturitas que
son las playas de Tarifa.
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