Tiene
mérito. De Estoril a La Zarzuela, pasando por Oslo, el hijo y
nieto del "Rey de Todos los Españoles" ha conseguido
ya dividirlos a todos en dos grupos: los que piensan en un
modelo de Reina y los que quieren de Reina a una modelo. Van a
acabar con la
poquita afición a la Corona que hay. Claro que por muchas
niñatadas que nos esperen, nunca serán como los obispos. Esos
sí que han logrado acabar casi completamente con la afición.
La Iglesia no renuncia al cesaropapismo de antaño y aunque
separada del Estado por la Constitución, no se le caen los
pastorales anillos por cobrar la pensión alimenticia, como
buena separada. Esa pensión se llama más de 20.000 millones
del ala que los españoles, creyentes o no, hemos de pagar de
los presupuestos a los mitrados. Quienes dicen que hay una
campaña contra la Iglesia. Ya lo creo.
La campaña contra la Iglesia la ha desatado la propia
Iglesia, en tropel. Estos obispos están mandando a Voltaire a
los albañiles. La más dañina campaña contra la Iglesia la
hizo la tibieza de los obispos y el clero vascos poniendo una
vela a Dios y otra a la ETA. Esperemos sentados que la Iglesia
aplique a los curas etarrones que se niegan a oficiar funerales
por los concejales asesinados la misma condena que a las
profesoras de Religión que se van de copas o entienden que
Izquierda Unida está bastante más cerca del Evangelio que
monseñor Rouco.
La campaña contra la Iglesia la ha desatado ese sagrado
misterio en el que se ha descubierto el dinero de la Curia
puesto a piñón fijo en Gescartera. Si hay dinero para
invertir, ¿por qué la separada Iglesia sigue cobrando la
pensión alimenticia de su antiguo marido el Estado?
La campaña contra la Iglesia la han desatado los obispos que
persiguen a las profesoras de Religión casadas por lo civil,
pero que no dicen ni palabra de ciertos curas notoriamente
amancebados o de algunos canónigos con pareja estable.
Y por si faltaba algo, se suma a la campaña contra la
Iglesia el obispo de Gerona, ese monseñor Camprodón que le
enmienda la plana al Espíritu Santo, dice que la pentecostal
multiplicación de lenguas no vale un duro y que
"gerundés, habla la lengua del Imperio", como buen
ministro del Señor. Del Señor Jordi Pujol, claro.
La Iglesia y las
cofradías de Sevilla
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