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En
punto a desastres de las guerra y daños culturales colaterales,
he seguido al pie de la letra las instrucciones de Celia
Villalobos. Me he encontrado unos polvitos de uso tópico
(bastante tópico) altamente sospechosos en un comentario progre
sobre ese pretendido paraíso
de Al Andalus que los talibanes reivindican y según la CIA
ponen entre sus objetivos asesinos, y me he ido urgentemente
a los servicios de atención primaria. En el ambulatorio
académico más cercano he pedido número para mi medievalista
de cabecera. Según la zonificación de asistencia académica,
el que me corresponde es el catedrático de Historia Medieval de
la Universidad de Sevilla, profesor Manuel González Jiménez.
Quien ha cogido esos tópicos islamizantes enarbolados por
antinorteamericanos y criptoterroristas, los ha examinado, y ha
dicho:
1.- El mito del paraíso Al Andalus es justamente eso: un
mito. Al Andalus no tuvo nada de paraíso.
2.- La convivencia de las tres culturas en Al Andalus es otro
mito, cuando no falacia histórica. Las sociedades islámicas y
cristianas eran bastante intolerantes. El gueto judío de
Varsovia en el siglo XX bajo los nazis era un paraíso de
libertades al lado de la judería de la Córdoba califal. Las
únicas tolerancias admitidas eran de peaje.
3.- El refinamiento de fuentes y bibliotecas era privilegio
de unas minorías. Castilla no arrasó un paraíso. Dejó en pie
lo que no era mugre y chilaba: mezquitas, alcázares y
alhambras.
4.- El Islam está aún en el siglo XIV, mientras el mundo ha
seguido avanzando.
Menos mal que mi medievalista de cabecera me ha quitado este
peso de encima, al proclamar un pensamiento tan políticamente
incorrecto. Menos mal que ha puesto pie en pared de aljama en
esta moda de darle la vuelta a la Historia de España y
alinearse, al precio que sea, en el bando de los vencidos en
cada periodo. Los que llaman Conquista a la Reconquista parece
que quisieran seguir con la chilaba y las babuchas en aquel
supuesto paraíso de las tres culturas que asaltaba las
juderías cuando sus habitantes no pagaban la tolerancia de
peaje. Olvidan que el Cid llevaba, sí, la espada, pero también
el maletín para pagar tributos al rey moro de Sevilla. Y
olvidan que todos los días, en esa televisión de Qatar llamada
Al Yacirat (esto es, Algeciras) nos es dado todos los días
contemplar en Kabul el paisaje humano del atraso de Al Andalus.
Los califas y emires de Al Andalus, al cambio, eran como Laden,
sólo que en vez del fusil ruso de asalto tenían al lado la
gumia o el alfanje para, en la supuesta tolerancia, aumentar el
santoral de mártires cristianos de Córdoba.
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