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Decía
Vicente Aleixandre que en Andalucía la cultura entra por la
planta de los pies. Se ve que Vicente Aleixandre había dejado
hacía mucho tiempo la sombra del paraíso malagueño, y que la
había idealizado desde su chalecito de la calle Velintonia en
el Parque Metropolitano de Madrid, Vaticano de la lírica
española donde los poetas andaluces de los 50 y los 60 iban en
visita "ad limina".
En Andalucía la cultura que entra por la planta de los pies,
desde el albero de los paseos de las ferias, desde los tablados
de los festejos municipalizados, desde la arena de los
masificados caminos del Rocío, es en el mejor de los casos la
cultura popular. La cultura del riá pitá. La cultura del
"que no se pué aguantá". La cultura del rebujito de
tradiciones y fiestas inventadas, de los grandes presupuestos
municipales, provinciales y autonómicos para el juergueteo. Eso
sí que está en el aire y eso sí que entra por la planta de
los pies, como un virus. El caso del canadiense que vino de
comisario de su país a la Expo del 92 y acabó de costalero. El
caso de María La Marrurra, que vino desde la California de las
flores jipis de Berkeley del mayo del 68 y acabó cantando por
seguiriyas. El caso de John Fulton, que vino como pintor, a
ocupar la plaza montada del último viajero romántico, y acabó
tomando la alternativa. Esa culturilla o subcultura, ese
cachondeíto de las raíces sí que engancha y sí que inocula a
todos los que vienen.
Y es lo que ha observado un señor a quien no tengo el gusto
de conocer, pero que debe de ser un fino catador de nuestras
cosas. Me refiero a Francois Houtat, profesor de la Universidad
de Lovaina y diz que el principal ideólogo de la
antiglobalización. Este don Francisco debe de ser de los bichos
raros como servidor a quienes la Estética Canal 47 y la
Andalucía Portada de Feria les producen vergüenza ajena. Dice
aquí el profesor que la Cumbre de Sevilla se folclorizó. En
otras palabras: que como Sevilla puede con lo que le echen, pudo
hasta con la Cumbre. Y que bajo una pátina tópica de
tolerancia, rompió en ferias y festejos. Que lo que ha visto
por ahí de la Cumbre en los medios informativos del ancho mundo
no han sido los postulados del Foro de Sevilla, sino dos
lamentables espectáculos folclóricos. A saber: los antisistema
en pelota viva, junto a la Fuente de Mercurio por cierto, dios
del Comercio; y los vecinos tirando agua a los manifestantes en
plan de cachondeo. Y porque de la otra parte, de los jefes de
Estado y de Gobierno, aparte ha habido información. Si en el
G-7 de ese pueblo canadiense tan serio y tan triste hemos visto
las fotos de Aznar con los pies encima de la mesa y de Bush
bebiendo a morro de la botellona, imagínense el cachondeíto de
trastienda de caseta de feria que no tendrían formado en la
Cumbre de Sevilla. Estoy por asegurar que La Anselma de Triana
se coló por allí y le dijo a Chirac:
-- Chirac, hijo, a ver si vienes esta noche con estos amigos
tuyos por mi casa, verás lo que os va a gustar la Salve
Rociera...
Esto es lo que hay. Estábamos preocupadísimos por los
disturbios y por la imagen de violencia que podía dar Sevilla y
resulta que a efectos globales hemos folclorizado la Cumbre. Ya
vamos por la globalización de la folclorización. Los turistas
pedirán en pleno mes de agosto, asfixiados, que las marías les
tiren agua desde los balcones y se extrañarán bastante de que
la gente no vaya despelotada por la calle. En realidad, los
despelotados de la Cumbre aparecían en cueros vivos tras
haberse quitado el traje de toreadores con el que según el
tópico folclórico vamos todos los andaluces vestidos por la
calle.
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