|  | Creímos
                que la OTAN era el paraguas que nos protegía y comprobamos con
                la bandera alauí que te vi en Perejil que es nuestro paraguas,
                pero como el del chiste de los bancos: el que te dan cuando hace
                sol y te quitan cuando llueve. Con los chuzos de punta que
                están cayendo en el Estrecho, no tenemos el paraguas de la
                OTAN, que ha demostrado ser también como la póliza del seguro
                multirriesgo de hogar. Cada vez que se rompe el bajante
                comprobamos que no lo cubre el seguro. El bajante del Perejil no
                lo cubre el seguro de la OTAN. Pues mejor. Porque así, por fin, estamos celebrando un
                continuo Día de las Fuerzas Armadas. Dijeron que el último
                desfile del Día de las FF.AA. fue aquel de Madrid al que
                acudió Aznar con su gabardina de "Casablanca",
                mientras el Rey se mojaba a cuerpo gentil con su uniforme de
                capitán general. El último Día de las FF.AA., ya sin desfile
                y sin cadetes de las Academias ligando en Madrid, se ha
                celebrado como aquí se estila en lo relativo a la idea de
                Patria: lejos y a cencerros tapados, en el distante campamento
                de una misión humanitaria de paz. Por eso ha venido muy bien la
                invasión de ese islote como de dibujo de tebeo con náufrago,
                no sé si de Ibáñez o de Vázquez, para la divulgación de la
                idea de unas Fuerzas Armadas constitucionales y democráticas.
                Ni en el mejor desfile del Día de las FF.AA. hemos podido
                enorgullecernos en democracia de ver desfilar por el Estrecho
                esas unidades de la Armada, esos contingentes de tropas, ya
                gloriosamente profesionales. Y hemos conocido mejor a los ciudadanos que sirven a la
                Constitución en su profesión militar. Le agradezco al Rey Moro
                que nos haya invadido Perejil, porque así he tenido el gusto de
                conocer a un símbolo de los militares españoles, como capitán
                de fragata don Gonzalo Rodríguez Garat, comandante de la
                "Navarra" desplazada hasta Ceuta. Vestido con un
                uniforme muy de esa OTAN que nos quita el paraguas cuando más
                lo necesitamos, este marino ha dado la verdadera imagen de los
                profesionales de las Fuerzas Armadas. Cuando esperábamos oír
                el ardor guerrero y patriotero del discurso sobre la unidad
                indisoluble y etcétera, escuchamos la prudente serenidad de un
                marino que se expresaba con la mesura de un diplomático, con el
                convencimiento democrático de un diputado y... con la firmeza
                de un capitán de fragata, con su pedazo de coca en las
                hombreras. Y quien dice Rodríguez Garat dice el capitán de
                corbeta don Aurelio Matos, comandante de la
                "Cazadora", o don Ramón Godín, el de la
                "Infanta Elena". Tres marinos que han hecho por la
                divulgación de unas Fuerzas Armadas constitucionales y
                democráticas más que muchos desfiles topiqueros de
                "Banderita, tú eres roja, banderita, tú eres
                gualda". Dejando además bien claro que esa bandera es roja
                y es gualda, pero saludándola desde el portalón Constitución
                en mano. 
  
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