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Mi
dilecto José
Antonio Gómez Marín suele repetir una frase de cuño
unamunesco que dice que en España puedes robar un monte, que no
te pasa nada, pero que como robes un pan, de cabeza a la
cárcel. La Justicia es como el Ave, que hay clase club,
preferente y turista. Ir a la cárcel es cosa de pobres. Gracias
a que sólo los pobres van a la cárcel, Nuestro Padre Jesús el
Rico es más rico cada año en la Semana Santa de Málaga,
cuando el Miércoles Santo libera a un preso, según privilegio
concedido por Carlos III, aquel gran alcalde de Madrid que era
como Alvarez del Manzano, pero pagando de su bolsillo los viajes
en carroza de aquí-mi-señora.
Cumpliendo la tradición, El
Rico de Málaga liberará este año a un pobre condenado. A un
pluriempleado funcionario de Vías y Obras del Ayuntamiento de
Torrox, agricultor a tiempo parcial de unas tierrecitas propias,
quien discutiendo en un bar con otro pejugalero acerca de quién
cosechaba más y mejores tomates, llegó a las manos con él, y
le dio tal puñetazo en un ojo que el hombre lo perdió. Como el
pequeño agricultor de Torrox no fue en su momento invitado por
Aznar a la escurialense boda de su hija, ni formó parte del
pelotón de cabeza de la Bíutiful, ni tuvo nada que ver con
ninguna de las dos Koplowitz, fue condenado a seis años de
prisión y a indemnizar a su vecino por el ojo de la cara,
según precios de mercado. Pidió el indulto, y se lo dieron
parcial. Los seis años se le quedaron en tres. Pero tuvo que ir
a la cárcel. Gracias a lo cual podrá repetirse el rito y la
tradición inmemoriales de que Nuestro Padre Jesús El Rico
libere a un pobre, ¿captan el matiz barroco de los duales, no?
Como en Marbella no quieren ser
menos que en Málaga, la Hermandad del Amor ha rescatado su rito
liberatorio de preso, tras seis años de ausencia. Será
emocionante. El maestro Felipe Campuzano ha compuesto para la
ocasión la saeta sinfónica "Liberación por Amor",
que interpretará al piano el Jueves Santo en la plaza del
Puente de Ronda, justo en el momento en que suelten al preso. De
llorar. Pero un preso totalmente impropio de Marbella: un pobre
gaditano que cumple condena en el penal de Alhaurín de la
Torre, por lo de siempre, por haber robado un pan. Se os van las
mejores, amigos de Marbella. Ya que rescatáis la tradición de
liberar al preso, podíais haber echado mano de Los Albertos,
que les hace más falta. Hubiera sido precioso. Es que lo estoy
viendo: Gunilla de mantilla, Gil de penitente, Dinio con el
cirio y Los Albertos, por privilegio del Rey Juan Carlos I,
llevados en procesión hasta su yate del Puerto Banús, mientras
Julio Iglesias canta la saeta de Campuzano en plan Serrat con
Machado. Aparte de que hubiera quedado muy apropiado para la
inmensa "Tómbola" nacional, hubiésemos vestido el
muñeco de esta inaceptable Justicia Clase Club en la que dos
estafadores condenados en firme por el Supremo siguen en la
calle hasta que les concedan el indulto, tras haber robado el
monte de las torres de KIO, mientras un pobre hombre de Torrox
está en la cárcel por haber hecho un pan con unas tortas al
ojo del vecino que alardeaba de mejores tomates.
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