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Aparte
de participio pasivo del verbo bastante regular que hemos
conjugado como canción-chopito del verano, "sucedido"
es un nombre. Significa suceso inesperado, anécdota divertida,
a veces con visos de ficción por sorprendente. La narración
popular, del Conde Lucanor a las memorias de Imperio Argentina,
está llena de sucedidos. Un famoso narrador de sucedidos, el
humorista Paco Gandía, incluso tiene que insistir en su
verosimilitud, a fustazos con su latiguillo: "Esto es
verídico".
Hay muchos sucedidos en la
sucesión de Aznar. Esto es verídico: al menos en el habla
coloquial, Mariano Rajoy le ha quitado el puesto al Príncipe de
Asturias, que parece que no está mucho por la labor. Un inglés
monárquico que llegase el sábado de vacaciones a Marbella y
oyera hablar tanto del sucesor, creería que estaban
refiriéndose a Don Felipe. Nequaquam. En el Reino de España,
hoy por hoy, no hay más sucesor que Rajoy. Cuya digitalización
ha "rajoy-dido" a muchos, entre los que gracias a Dios
no me encuentro. Ya era hora de que podamos elegir de presidente
a un señor con toda la barba, ahora que barba ya sólo llevamos
las personas de orden y no los artistas trincones del "no a
la guerra". Rajoy es un señor que para darte tranquilidad
en los momentos más difíciles va y enciende un puro. No sé
cómo Altadis quiere cerrar fábricas, con la de cajas de puros
que se fumaría Rajoy cuando lo del chapapote.
Ni Rato ni Gallardón. El más
"rajoy-dido" ha sido Javier Arenas. Lo de Arenas es el
más increíble sucedido de la sucesión. Para explicarlo tiene
que venir Paco Gandía y decir a los incrédulos: "Esto es
verídico". A Aznar no lo han sucedido, porque Aznar
seguirá mandando en lo suyo, en plan González. Con música de
dulzaina castellana, dirá la letra de su famoso fandango:
"Me voy, pero no me voy/ me voy, pero no me
ausento...". Hoy por hoy, el verdaderamente sucedido es
Arenas. Por el precio de uno, de un Rajoy, Aznar ha nombrado a
dos sucesores: uno para el Gobierno y otro para el partido.
Todos sabíamos que Aznar quería irse. Pero Arenas, qué iba a
a querer irse. Estaba encantado de haberse conocido como
secretario general del PP. Sin comerlo ni beberlo, Arenas ha
perdido la secretaría de Génova como perdió aquel barco del
arroz llamado Ministerio de Trabajo cuando pusieron a Pimentel,
lagarto, lagarto. ¿Cómo se puede llegar de secretario general
de un partido a vicesecretario? No daré la respuesta clásica
del banderillero de Belmonte. Son los eventos consuetudinarios
que acontecen en la rúa de Génova. Arenas lo hace tan bien
donde quiera que está, que de vez en cuando Aznar, para
agradecerle los servicios prestados (por ejemplo, haber acabado
con el agujero de la Seguridad Social que dejó González), va y
lo cesa: "Javier, estoy tan contento contigo que te voy a
quitar". Ahora lo ha "rajoy-dido" mandándole el
motorista de la vicesecretaría. Por eso Arenas en los mítines
que da en su tierra canta siempre con tanto sentimiento lo del
himno: "Los andaluces queremos volver a ser lo que
fuimos". Que traducido resulta: "Virgen de Fátima,
por lo menos como estaba... Como estaba Rajoy, de vicepresidente
del Gobierno."
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