Antonio Burgos / Antología de Recuadros

Diario 16,  15 de junio de 1993

Antonio Burgos

Summers, de rojo a facha

 

Pues mientras aquí abajo entre los partidos empieza o no empieza el baile, que nadie quiere sacar a la más fea, o al bajito de cuerpo, para ti, Manolo Summers, ya ha empezado el tuyo definitivo, que es el baile de los artistas con la Historia. Te has ido, Summers, como un chiste de leperos, que los mejores chistes de leperos no los inventaban los hijos espirituales de la Virgen de la Bella, sino que te los sacabas tú de la cabeza prodigiosa de ingenio y de gracia, que empezaste en La Antilla de veraneante y acabaste siendo hijo adoptivo y el mejor cultivo de todo Lepe, fresón lleno de humor. Tú chiste de leperos trágico y final es que para una vez que llega el Papa a Huelva, en plan Zantidá, paéje que vá´ja Güerva , resulta que tú, Manolo, le coges las vueltas por carreteras de higueras y dunas, y te vas directamente a ver a quien le da trabajo al Papa como vicario en la tierra. Porque contabas los chistes de lepero, Manuel, mejor que los leperos y porque cantabas los fandangos de Huelva mejor que los de Huelva, y dibujabas las contradicciones de España mejor que las urnas la pintan.

Muchos de tu generación y de tu nación andaluza, Manolo Summers, nos sentíamos muy identificados contigo sentimentalmente. La nuestra es una generación que tiene cultura de cine-club. Una generación entre "Cahiers de Cinemá" y la Escuela Oficial de Cine. Todos los que son, para nosotros fueron hace mucho tiempo. Nos sabemos los trabajos de fin de carrera de todos vosotros, como nos sabíamos de memoria tus primeras películas. Porque tú eras el primero de los nuestros que no te habías quedado comentando los coñazos del año pasado en Marienband en el Cine Club Vida, sino que te echaste a los caminos con la cámara. Cada vez que pasamos por aquel puente de La Palma del Condado nos acordamos de los exteriores de la pareja de novios de "La niña de luto". Cuando vemos a Alberto Matey retratando a la jet sureña para la prensa del corazón sabemos que era quien cantaba el bolero en el baile de restregar la cebolleta de tu película. Hasta nos sabemos lo que decía el tonto del pueblo en la partida de billar:

-- Porque si tús o ustés tiene un caballos...

Sigue sonándonos en la memoria la banda sonora de todas tus primeras películas, que eran tan nuestras. Aún cantan "Manolo mío, Manolo de mis amores", Manolo Summers, aquellos güitomas que sacaste en "Del rosa al amarillo". Y las últimas. Aún estamos riéndonos con el gualquitalqui del barco de "Tó er mundo é güeno":

--- No, el capitán no está, hay ido a un mandao...

Y tan nuestro eras, Summers, que comprendimos el mal negocio que hiciste, que fue el de no casarte con nadie, que nunca renunciaste a tu independencia. Los progres aquellos que veían tus películas en el colegio mayor como el descubrimiento del quinto cielo nunca te perdonarán que luego los sacaras con la trenka y la barba en el recuerdo cruel de tus chistes. Tú no pasaste, Summers, del rojo al amarillo, sino del rojo al azul, porque aquí la independencia siempre es un mal negocio y el pelotazo lo dan los que le tocan el tambor al poder. No ibas, Summers, de redoblante de nada, ni del franquismo, ni del centrismo, ni del felipismo. Lo tuyo era profesionalismo de ir a contramano, y por eso venía el guardia de la porra que pintabas y te ponía la multa del silencio. Tú no te moviste de donde estabas, me consta. La que se movió fue España, los que se movieron fueron los oportunistas y los aprovechateguis. A ti te paraba las películas la censura de Franco y te seguía parando los proyectos la España de Felipe. Un día te acostaste rojo y resulta que te despertaron facha, por el inmenso delito de querer, poder, saber seguir siendo tú mismo. Ni antes eras rojo ni ahora eras facha. Eras sencillamente libre y genial, andaluz y sobrado en todas las teclas que tocaste, que fue el piano entero de la creación. Pero no te preocupes, Summers, que ya que ha empezado tu baile definitivo verás que ya serás lo que nunca admitieron que fueras. Hay españoles a los que su honradez con ellos mismos sólo se les perdona tras la muerte, y tú eres uno de ellos...


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