Antonio Burgos / Antología de Recuadros

Diario 16,  14 de octubre de 1992

Antonio Burgos

¿Ha cambiado Sevilla?

 

Esto empieza con una de policías. Dije una vez, y se lo repito desde el respeto al humor con que siempre lo encajó, que don José Antonio Marín Rite, el presidente del Parlamento Andaluz, tiene cara de capitán de la Policía Armada, vamos, de los grises. Todos hemos corrido delante de un tío con una porra que tenía la cara lo mismito que Marín Rite. Añado que la otra noche, cuando estaba dando desde La Cartuja su No-Do del final de la Exposición en el día de los triunfalismos, comprobé que Martín Benítez el de la televisión también tiene cara de policía. Este es de la Secreta. De la Social más bien. A todos nos detuvo uno de la Social que tenía la cara lo mismito que Martín Benítez. En el apartado de los toros en la plaza, siempre hay trasteando por allí los días de corrida un policía que tiene la misma cara de Martín Benítez. Que este señor haya sido comisario principal de la información televisada de la Exposición es, pues, de todo punto ajustado al personaje.

Llevó Martín... Ojú, ¿pero se han fijado que se llama hasta Martín, como el de la Social? Bueno, pues llevó Martín a Pellón para que se luciera la otra noche, mientras sonaba el último estruendo de los fuegos artificiales de la gran fiesta, y los sevillanos se iban con lágrimas en los ojos de la Cartuja. Este Pellón que desde que llegó se ha limpiado en las cortinas del periodismo local se mostraba allí todo predispuesto a quedar como los ángeles, y en el triunfalismo ambiente hasta habló Martín de la ternura de Pellón. Decir que Pellón es tierno es como afirmar que la dureza del diamante es análoga a la del tocino de cielo, pero no será yo quien lo rebata. Y Pellón, con más cara de caricatura de Praticó que nunca, centurión de paso de misterio de cofradía de barrio, dijo algo que la gente ha oído como el que oye llover. Que vino para cambiar Sevilla y para cambiar Andalucía. Esto es lo más fuerte que ha sonado en todo el invento del evento. ¿Hacía falta cambiar Sevilla? ¿La ha cambiado este señor? Hacer puentes y meter a la gente en la cultura de la cola, ¿es cambiar Sevilla? ¿Qué entiende Pellón por cambiar Sevilla? ¿No es demasiado pronto para hablar de cambios?

Como Pellón hablaba desde donde estaba el cortijo Gambogaz, me acordé de Queipo de Llano , su más directo antecesor en los virreinatos cartujanos. Aquella vez que unos escuadristas de Falange fueron a ver a Queipo para pedirle que apoyara la idea de España como Imperio y les dijo: "A mí el tamaño de España me parece suficiente". Sin palabras y con gestos, Sevilla me parece a mí que le ha dicho a Pellón que el ser y la esencia de la ciudad les parecían suficientes, que no había por qué cambiarlo. Pellón habrá cambiado el paisaje, pero los paisajes del alma de Sevilla quizá sigan ahí inalterables. Sevilla siempre vivió las glorias del pasado, y desde ayer mismo ha incorporado la Exposición a este recurrente pregón de las glorias. Cada periodo de esplendor nos da para ir tirando unos cuantos siglos más de depresión, y por eso vivimos tan a fondo los respiros que podemos. Si ha habido fervor y entusiasmo en la gente es como el que está buceando y sale a coger aire para poder meterse otra vez bajo las aguas. Hemos cogido aire y quizá las cosas cambien menos de lo que pensamos. O menos de lo que piensa Pellón. Pellón ha cambiado aquel tópico de los conquistadores conquistados, y poco más. Veo que de Los Humeros salió una procesión de gloria cuando Pellón estaba engloriado al otro lado del río con su invento. Quien de verdad cortó oreja el día 12 fue Abel Moreno, que tocó "Amargura" antes del toque de oración en la Plazaspaña. Que un señor se crea que con un tiralíneas y en un suspiro de cuatro años pueda cambiar una ciudad que fue fundada por Hércules me parece el mayor de los desprecios de cuantos nos ha hecho Pellón, y eso que el titi se ha jartáo...


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