Bienvenidos a la extrema derecha

"Papá, qué calladito te lo tenías. Escribiendo
en una revista de extrema derecha
y sin decirnos nada..."

Como Luis del Olmo me toca diana cada mañana a una hora que me parece que estoy haciendo la mili y no periodismo, y hay que madrugar para escribir La Chispa de Protagonistas, me gusta acostarme con los deberes hechos y las noticias del día en la cabeza. Cada noche, veo uno detrás de otro los telediarios de cierre del día, y hasta tengo que recurrir al vídeo para grabar los dos que coinciden a las nueve de la noche. Ora grabo a Sáenz de Buruaga en La Primera de TVE mientras veo en Antena 3 el telediario de Fernando Onega, ora, al contrario, grabo a Onega y veo a Buruaga, para después de contemplar el informativo de Hilario Pino en Canal Plus darle al botoncito y zamparme lo que se me quedó atrás por coincidencia horaria.

No sé cómo las máximas puntas de audiencia las tienen El programa de Ana, Quién sabe dónde, El Supermercado y esas cosas. El programa más interesante posible en el espectáculo de la televisión es el que me tengo montado cada noche: comparar en caliente unos telediarios con otros, observar cómo se les ve el plumero a aquéllos y cómo éstos son tan bordes y burdos en sus manipulaciones. Ves un telediario, ves otro, y te parece a veces que no se refieren al mismo país. El telediario mismo de TVE es en sí propio un culebrón. Cuando el PP llegó al poder, parecía que el nuevo Gobierno había ocupado la Moncloa, pero que Torrespaña continuaba siendo territorio del felipismo. Veías el telediario de La 1 y no te creías que Aznar fuera el presidente, porque todo respondía allí al esquema de los anteriores. Algo como en La 2, que la enchufabas y te salía Ramoncín cobrando en su impresentable presentación de Lingo los servicios prestados al PSOE. Ahora se cumple un año de las elecciones ganadas por el Partido Popular, pero tendrán que pasar todavía unos mesecitos para que se cumpla el primer aniversario de la llegada del nuevo Gobierno a TVE, que ya con Mónica Ridruejo en la dirección general continuó siendo un importante órgano del felipismo.

Más apasionante que una película policiaca es ver cómo dan una noticia los distintos telediarios. La guerra de las plataformas donde se libra de verdad es en los telediarios. Hubo noches en que el informativo de Canal Plus era la teletienda del descodificador de Polanco, incluido el número de teléfono sobreimpresionado en pantalla para decir dónde había que llamar para comprarlo. Hay noches en que el informativo de Antena 3 se convierte en el BOE audiovisual de Asensio, cada vez que su cadena le tiene que sacar las castañas del fuego de alguna chamusquina futbolística o digital. ¿Cómo Antena 3 va a contar la crisis del Sevilla F.C. igual que Tele 5, pongo por caso, si Tele 5 no tiene puesto en el club de Nervión a ningún González de Caldas y no tiene nada que ver con la compra de coches usados a una Sofía Mazagatos de segunda mano?

Ahora, que nada como el informativo, o lo que sea, de Hilario Pino. El día en que más enfollonada está la política nacional y más papeles han sacado de cómo se lo llevaban de calentito los anteriores, ese día, precisamente ese día, Hilario Pino encuentra que la noticia más importante para abrir, la que más apasiona a los españoles, es una cosa de El Salvador. Una noche abrieron con una noticia que decía: "La gente está que se sube por las paredes con el presidente, y está ya harta de padecer su política económica, por lo que se espera que este gobierno tenga las horas contadas... Nos referimos, naturalmente, al Ecuador." ¡Toma ya! Y nada como cuando dieron la noticia de que Jaime Campmany había presentado denuncia por falsedad en documento mercantil, apropiación indebida, estafa y delito societario contra Sogecable y Canal Plus. Lo que dijo Hilario Pino, poniendo cara de mucha independencia y de mucha objetividad, fue: "Jaime Campmany, director de la revista de extrema derecha EPOCA..." A la mañana siguiente, en el desayuno, mi hijo me dio las quejas:

-Anda, papá, qué calladito te lo tenías... Con que escribiendo en una revista de extrema derecha y sin decirnos nada...

Ya saben: aquí en EPOCA, para poder escribir, te examinan antes de pastorales de Monseñor Lefevre, y si no te sabes los discursos completos de Vázquez de Mella no te dejan poner ni una línea. Mi compadre Alfonso Ussía y servidor vamos por ahí a comer percebes con la beca de la Asociación Covadonga puesta, y cuando entramos en O Pazo dejamos el lábaro en el guardarropa. Somos los dos socios del Le Pen C. F. Al que se atreve a escribir de la libertad y la Constitución, lo echan a la puñetera calle: ¡hala, a vender La Farola! En cuanto termino de escribir mi columna, me dedico a perseguir comunistas. Por descontado que todas las noches, antes de acostarme, miro si hay un rojo debajo de la cama. Cree el ladrón que todos son de su condición y el manipulador quiere cortarnos a todos por su mismo patrón. Después de hartarme de reír con la etiqueta que nos ha puesto Pino haciendo lo que su mismo apellido indica, tengo mucho gusto en dedicarle una copla de mi tierra hecha epigrama:

Desgraciaíto el que come

pan por mano de Polanco,

mirando qué cara pone

al hacer lo negro, blanco. *


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