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El Diccionario de Lopera     Teñirse como con crema del calzado     Teñidos piano de cola y teñidos ala de cuca

Una ola de cursis nos invade

Hasta mi Betis bueno, que era "el equipo del pueblo" y que, por su carácter popular, estaba exento de cursilerías, ha sido contaminado con el virus estético de la epidemia que padecemos

Lo de la crisis económica mundial es grave, pero anda que la crisis estética nacional... Lo de la crisis económica tiene su explicación. Yo la he encontrado en un autor que, aunque olvidado y proscrito por su ideología, suelo frecuentar: Rafael García Serrano. Decía García Serrano en su para mí inolvidable Diccionario para un macuto que, en las guerras, las laureadas las ganan Domecq y González Byass. Aplicando su teoría, colijo que, en la paz, las crisis económicas de Rusia las desencadena Smirnoff, el del vodka del que Yeltsin se pone hasta la corcha e incluso dicen que más arriba de la corcha, hasta la etiqueta que pone "timbre fiscal sobre alcoholes".

Lo de la crisis estética española es más grave aún que la económica mundial y, a diferencia de ésta, no tiene explicación. Nunca la cursilería ha alcanzado niveles tan preocupantes como los observados en este verano que, a efectos de gunileo, marbelleo y mallorqueo, acaba de terminar. El Observatorio Cursilógico Nacional ha detectado en este verano las más altas concentraciones de afectación blandengue, de elegancia de plastilina, de exhibición ridícula y de mal gusto registradas en los últimos años. Ámbitos de la vida nacional hasta ahora a salvo de la cursilería, se ven inoculados por sus efectos, contra los que no cabe vacunación masiva de la población, porque la población, además, está encantada, ¿Qué va a esperarse de una nación donde la dama que pasa por más famosa y bella es Isabel Preysler, que se dedica a hacer la propaganda de los azulejos de los más espantosos cuartos de baño, con o sin cenefa, y que es cómplice en la propagación del más cursi elemento arquitectónico de la historia de la Humanidad, cual el llamado polibán, un bidé berrendo en bañera?

Así se explica que la cursilería invada hasta a los partidos políticos. Pero no a los partidos de derecha, que la derecha española siempre ha sido más cursi que la izquierda. No. Ahora la cursilería carga más bien a la izquierda. Los antiguos comunistas españoles, ¿cómo pueden tener de dirigente a un señor tan cursi como Julio Anguita? Y en el Partido Socialista, después de armar la que liaron para hacer las primarias, van y eligen a otro cursi, como José Borrell. Solamente un cursi puede disfrazarse anual y ritualmente de personaje de José Luis Sampedro en El río que nos lleva para hacer el ridículo en una caída al agua, ora en la Riera Pallaresa, ora en la Ribagorzana.

Y tire usted hacia arriba, a lo que esta España de cursis llama cursimente las más altas instancias del Estado. Me refiero a la Familia Real Española. En la Familia Real Española había habido hasta ahora de todo y por su orden. Coge usted la Historia de España y se encuentra en la Real Familia, en tiempos pasados, adúlteras, asesinos, cornudos, borrachos y todo cuanto recordarnos suele mi republicano amigo Raúl del Pozo cuando habla de Isabel II y de Don Francisco de Asís, el de la valleinclanesca minga muerta. Pero gracias a Dios hasta ahora no había habido nunca cursis en la Familia Real Española. El Conde de Barcelona fue el español más anticursi que dio la Historia. La elegancia de Don Alfonso XIII rechazaba cualquier afectación. Don Juan Carlos I, por campechanamente Borbón, no ha sido cursi un solo instante de su vida; hasta puede permitirse el lujo de ponerse el reloj en la derecha y no resultar cursi; como puede ir en pantalones cortos y no dar hortera. Pero, hijos míos de mi alma: ha llegado Marichalar, y la más afectada y costeada de las cursilerías se ha instalado en la Real Familia. Hasta el punto de que ha habido una noticia gráfica este verano que no ha sido destacada en su importancia y excepcionalidad. Cuando en Palma de Mallorca le hicieron la foto oficial de familia con sus augustos abuelos a ese Froilán que nos quieren imponer como tercero al Trono, su papá Don Jaime aparecía... ¡sin traje a medida y sin chaleco! Una foto de Marichalar sin chaleco creo yo que debería haber tenido una mayor cotización en el mercado de las revistas. Una foto de Marichalar sin chaleco es tan insólita como una foto de Barrionuevo sin Vera al lado, como una foto de Rappel sin túnica de lamé, de nazareno de la Cofradía de la Pîompa.

Hasta mi Betis bueno, que era el equipo del pueblo y que, por su carácter popular, estaba exento de cursilerías, ha sido contaminado con el virus estético de la epidemia que padecemos. Mi Real Betis Balompié está poseído y presidido por lo más cursi que ha dado el fútbol español: Don Manué, vulgo Manuel Ruiz de Lopera. A reserva de escribir pronto un Diccionario Lopera-Español, Español-Lopera, sus cursilerías gramaticales sólo tienen comparación con la melindrosa forma en que ha roto a contar en millones de dólares. El mundo en crisis y Lopera, ¡hala!, contando en millones de dólares. Lopera es cursi en dólares:

-A nosotros, que vamos a hacer un campo de ochenta mil millones de dólares, no nos podía engañar Oliveira diciendo que mandáramos cinco millones de dólares por un jugador y tres millones de dólares por otro.

Espero que el Real Betis Balompié, que pudo hasta con la adversidad del pozo de la Tercera División, sobreviva a la desgracia de este cursi en dólares, teñido con un bote de Kanfort color Borgoña, que le ha caído como presidente. *

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El Diccionario de Lopera

Teñirse como con crema del calzado     Teñidos piano de cola y teñidos ala de cuca

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