Llamadas de móvil a 10 pesetas

"Llamar cuesta 10 pesetas el minuto. Pero siempre y cuando..."

Hay algo peor que tener que aguantar los teléfonos móviles en un viaje de Ave de Madrid a Sevilla: tener que soportar la publicidad de esos mismos teléfonos. Los bombardeos de Kosovo y las bombas que tiraban los fanfarrones para que las gaditanas se hicieran tirabuzones, juntos, no eran nada al lado del fuego graneado de propaganda telefónica que hemos tenido que sufrir durante la pasada campaña del Día de la Madre. Que parecía talmente el Día de la Madre... de Edu, el puñetero niño que se cogió el móvil y se llevó un año entero dándonos por saco en forma de felicitación de Pascuas:

-Hola, soy Edu, feliz Navidad...

Ahora la tabarra es que a la fuerza se empeñan en que sepas cuánto le cuesta al dichoso Edu llamar a Pontevedra para desear felices pascuas a un señor que no conoce de nada, porque los móviles hay quienes los usan para llamar a señores que no conocen de nada, pero que quieren que sepan que tienen posición para poseer un inalámbrico, como los llamó Federico Trillo el otro día, cuando había en el salón de plenos del Congreso de los Diputados tal overbooking de señales, que a Aznar no le funcionaba el aparato, con lo bien que le funciona a Aznar el aparato, éste sí que cumple, y no la UCD, ¿no, Ana Botella?

Me siento entre los confundidos por la propaganda de los móviles, de ahí que reivindique la importancia de la letra chica. Los españoles somos los que menos leemos la letra chica del mundo. Ni la letra chica, ni los libros de instrucciones. Un alemán se compra una lavadora... ¿Qué digo una lavadora? Un transistor de Hong Kong en la tienda de los veinte duros mismo, y antes de enchufar aquello, se lleva tres días estudiándose el libro de instrucciones. Y cumplimentando la garantía. El español no se entera nunca de lo que pone la letra chica, no lee el libro de instrucciones y nunca rellena la garantía. Cuando se rompe el archiperre en cuestión, llama al servicio técnico y viene el operario para reparar aquello, insiste en que el aparato está garantía. El reparador le dice entonces:

-¿Tiene usted la tarjeta de garantía?

-Sí, aquí está...

Y presenta la garante cartulina... tal como venía en el cartón del embalaje.

-Pero a esto le falta el sello de la casa donde se lo vendieron...

-¿Y yo cómo me acuerdo ahora de dónde me lo vendieron?

Las asociaciones de consumidores, que tan loables campañas realizan, deberían concentrarse en misión tan imposible como conseguir que los españoles se leyeran la letra chica de lo que firman, estudiaran los libros de instrucciones de lo que enchufan... antes de aquello salga echando humo y rellenaran las tarjetas de garantías. No sé cuántos miles de millones de pesetas nos ahorraríamos al año, pero unos poquitos.

Claro que entonces las compañías de teléfonos, y bien que lo siento, Juan Abelló, no podrían haber hecho este agosto en mayo que hicieron con la guerra de tarifas tiradas que hicieron para llamar por los móviles, más barato que en el mato. Todas las madres de España recibieron un teléfono de regalo, con tarjeta de prepago, porque sus hijos vieron un letrero así de grande en la publicidad donde ponía que llamar costaba 10 pesetas por minuto. Cualquiera que de verdad se entere de lo que cuesta llamar por teléfono móvil puede comprobar que, en efecto, llamar cuesta 10 pesetas el minuto. Pero siempre y cuando. El siempre y cuando es la letra chica que nadie lee. Sin exagerar, porque aunque andaluz no soy exagerado, llamar por un móvil cuesta, en efecto, 10 pesetas el minuto. Pero siempre y cuando, quieran las operadoras, sea la de Juan Abelló, sean las dos de Villalonga, sea Amena, la cuarta en discordia. Llamar cuesta dos duros el minuto, pero siempre y cuando que:

1. Llame usted por un teléfono a Juan Abelló a otro de Juan Abelló.

2. La llamada sea desde la provincia de Soria a la provincia de Soria.

3. Dentro de la provincia de Soria, la llamada debe efectuarse entre las 2,05 y las 2,10... de la madrugada, naturalmente.

4. Usted se tiene que llamar Pepe y la persona llamada debe tener un carné de identidad que acabe por 7, que es el que tiene el reintegro de los dos duros por minuto.

5. La llamada debe de hacerse al pie de un árbol sin frutos, donde se ponga a considerar que si los españoles nos leyéramos la letra chica de los contratos, de las ofertas, de las pólizas de seguro y de la publicidad... pues no seriamos españoles.

Seríamos alemanes.

Y sabríamos que nadie da duros a tres pesetas ni llamadas de móvil a dos duros el minuto. *


Volver a Página Principal Portada del Epoca de esta semanaEpocaEl último número de la revista, en Internet