Latifundios de fama

"Hay tres grandes latifundistas de la fama,
por cuya causa son populares familias enteras:
Julio Iglesias, Rocío Jurado e Isabel Pantoja"

España: castillos, toros, paella, sangría, flamenco... y latifundios. El tópico. Y como nadie se encarga de revisarlo, siguen rueda que rueda. Pascual Carrión, en Los latifundios en España, publicado mucho antes del año de los tiros (1936), hizo una estadística catastral de los gran propietarios de tierras. Salía a pedir de boca de la demagogia. Lo que no era latifundio de la Casa de Alba era del Duque de Fernán Núñez, lo que no de Osuna, de Medinaceli. Más que de latifundios, parecía la lista de los Inmemoriales del Reino. Desde entonces, nadie se ha preocupado de revisar la lista, citada y vuelta a citar en cientos de estudios y manuales. Un buen día, Antonio Pérez Henares le metió el lápiz a los 40 Terratenientes Principales de Carrión y halló, oh prodigio, que la mayor propietaria agrícola hacía muchos años que había dejado de ser la Casa de Alba. Quien más hectáreas tiene es Samuel Flores.

Los latifundistas ahora son otros, y si hubiera un nuevo Carrión, los estudiaría de otra forma. Habría que hacer el escalafón no del número de hectáreas, sino de los millones que se cobran en subvenciones de la Unión Europea. Los nuevos señoritos que han invertido en el campo su dinero negro deberían decir a los hijos, llevándolos al cortijo:

-Todas estas subvenciones que ves, hijo, algún día serán tuyas...

Pero hay otros latifundistas que nadie ha estudiado, y apunto el tema para una tesis en la Facultad de Económicas: los latifundistas de la fama. Los latifundios se caracterizaban porque familias enteras, de generaciones, vivían espléndidamente con las rentas del arrendamiento o el producto de la explotación directa de esas tierras. Como la ley de vida ha hecho en el campo más que todas las leyes de Reforma Agraria y el Derecho Sucesorio ha logrado el reparto de la tierra que jamás podrían soñar los comunistas, ahora lo que permanece en una sola mano es la fama. En España hay tres grandes latifundistas de la fama, por cuya causa son populares familias enteras: Julio Iglesias, Rocío Jurado e Isabel Pantoja. Hacen de oro cuanto tocan. No sólo ya sus discos, todos de platino, de oro, de los más preciados metales. Hacen de oro de popularidad también a todos cuantos le rodean, entre los que distribuyen las rentas y heredades de su fama.

Por ejemplo, Julio Iglesias. Tantos miles de hectáreas de fama y popularidad tiene, que se las transmitió en vida a su mujer, Isabel Preysler. ¿Cuál es el principal capital de la Preysler? Haber sido mujer de Julio Iglesias. Quien transmitió esta fama no sólo a la elegante dama filipina, sino a todos sus posteriores maridos, del Marqués de Griñón a Miguel Boyer. Boyer, que no pasará a la Historia como ministro del PSOE, tiene puesto propio en el Hall of Fame como marido de la Preysler. Julio transmite igualmente la fama a los hijos propios y ajenos. Verbigracia, Chabeli, cuyas obras completas caben en una agenda Deusto... de bolsillo. Si un Iglesias desbanca en las listas hispanas de discos de los estados Unidos a Chayanne y a Ricky Martin, es porque ha puesto en regadío la parte de latifundio de papá que le toco, en una especie de herencia recibida en vida. Y otro Iglesias, Enrique, si graba, es porque es hijo del latifundista. Vaitiare, que estuvo casada con el gran propietario de popularidad, sigue percibiendo sus rentas.

Nada digo de mi admirada Rocío Jurado, latifundio de poderío de la copla. A cuanto la rodea hace famoso con efectos retroactivos o con vistas al futuro. Una simple peluquera, Raquel Mosquera, se ha hecho famosa en las aparcerías del latifundio de la Jurado, por estar casada con Pedro Carrasco, el que fuera marido de la artista. Mucho más que Carrasco fueron en el boxeo Urtain o Fred Galiana. Pero como no estuvieron casados con la gran señora de la canción, no tenemos el gusto de que ninguna revista o televisión nos haya presentado a sus legítimas. Famosa ha hecho Rocío madre a Rocío hija. Y no sólo repartió la Jurado generosamente el capital de su fama con su hija, cosa natural, sino que se lucró el yerno, Antonio David Flores, que pasó directamente de un cuartel de la Guardia Civil al estrellato, tocado por el dedo de esta soberana Reina Midas que hace oro de exclusivas todo cuanto toca.

Nada digo de Isabel Pantoja, dueña de un latifundio de popularidad del que por vías directas o colaterales viven hasta los antiguos parientes de su marido, a saber: Carmina Ordóñez, Neyra su bailarín, Bermejo su veedor de toros, Paquirrín, María del Monte, Agustín Pantoja, Silvia Pantoja. Por no hablar de Francisco Rivera Ordóñez. Punto en el cual admiramos la maravilla: ahí los latifundios de la fama entroncan con los latifundios de la tierra, los de toda la vida. Por eso, claro, tanto revuelo esperando la hija de Fran y de Eugenia... Más por parte de la segunda mujer del padre del futuro padre que por parte de la madre de la madre futura... *


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