¿Por qué sólo narcosalas?

¿Qué le han hecho a Gallardón los carteristas para que
no gocen de igual protección oficial que los drogadictos?

Lo de Ruiz Gallardón cada vez me inquieta más. Lo digo por las narcosalas. Una cosa es dar pasadas por la izquierda al PSOE con la supresión de la mili obligatoria, con la subida de las pensiones, con la licencia matrimonial a los abueletes para que puedan casarse con la señora jubilada de buen ver que conocieron en Benidorm durante el viaje del Imserso sin perder la paga... Una cosa es la pasada por la izquierda, como todo el programa social del PP, y otra cosa muy distinta es pasarse de izquierdas, cual la pasada a lo cripto-PSOE (casi a lo Verstrynge) con las narcosalas que quiere llevar adelante como sea su inquietante consejero José Ignacio Echániz.

Dice Echániz que las narcosalas no son "pinchódromos". Bueno, serán fumaderos de opio pero sin opio y por lo fino y lo sanitario, pero no creo que por la legalización de la droga se llegue a la erradicación de su tráfico y consumo, como parece que es lo progre mantener, cosa en la que el PP de Gallardón-Echániz aventaja muy ampliamente al PSOE con esto de las narcosalas. Por mí como si quieren hacer narcosalas... Larrazábal a bordo de aviones, o como si montan en globo.

Pero ¿por qué sólo narcosalas? ¿Por qué sólo proteger a los drogadictos? ¿Qué le han hecho a Gallardón los carteristas para que no gocen de igual protección oficial que los drogadictos? ¿Por qué los carteristas han de sufrir el peso de la ley cuando, en uso legítimo de su libertad, le quitan el monedero a las señoras, ora en las escaleras de El Corte Inglés de Princesa, ora en el metro de Ventura Rodríguez, hasta donde las persiguen cuando ven que llevan un bolso que está diciendo robarme? ¿Por qué los carteristas, en los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes, en los citados vagones del metro, han de estar los pobres a la que salta, expuestos siempre no sólo a que un guardia los detenga, sino, lo que es más grave, a que no puedan quitarte la cartera nuestra de cada día y no puedan llevar a su casa el honrado jornal con el que dan de comer a sus hijos? Hay una absoluta falta de sensibilidad social, no hay derecho, y no hay ninguna ONG que proteja, como es debido, a los carteristas, en lo que España incumple los acuerdos de las Naciones Unidas sobre protección a especies de sinvergonzones en trance de desaparición. ¿Por qué aquí se va a poder robar una sociedad anónima deportiva, una Dirección General de la Guardia Civil, un Ibercorp, una Filesa sin que pase nada, y en cambio no va a poder robarse una cartera? No hay derecho, como digo.

Y para que lo haya, yo propongo desde aquí en tiempo y forma tanto al señor Ruiz Gallardón como a su consejero el señor Echániz que cuanto antes abran oficialmente los vagones para carteristas en el metro, las zonas de carteristas en los autobuses municipales. Toda señora descuidada que lleve un bolso que está diciendo robarme, no tendrá más que subirse en esos vagones o agarrarse a la barra en esa zona de los autobuses, sabedora de que en un plis, plas le desaparecerá el monedero. El cateto que llegue por San Isidro no tendrá que esperar a ir a la Puerta del Sol o a Callao para que en un encontronazo fortuito le quiten la cartera, sino que de una manera bastante efectiva y programada, tendrá la seguridad de que se la quitan en cuanto se suba al autobús en la propia estación de Atocha o de Chamartín.

Y quien dice las hurtosalas aquí descritas dice las violasalas, donde todos los violadores podrán encontrar protegidos sus derechos, ya que a ellas pueden acudir en una urgencia todas las solteronas que sientan eso que se está usted imaginando. Juntar el hambre con las ganas de comer ha sido siempre misión de los gobiernos justos, equitativos y benéficos, como es el autonómico del señor Ruiz...

Nada, a no pararse en barras, que esto da pero que muchísimos votos de la derecha de toda la vida... A abrir cuantas más narcosalas, mejor, y hurtosalas, y violasalas. Y atracosalas... ¿Por qué los atracadores han de estar expuestos a tantos riesgos de toda índole, cuando hay tanta gente que quiere justificar pérdidas en sus empresas? ¿Qué mejor favor pueden hacerle a algunos empresarios que un buen atraco para aclarar esas cuentas? Métase, pues, al empresario que quiere justificar pérdidas en la atracosala, y llegue allí, cómoda, saludablemente el atracador a sacar la tela marinera pistola en mano, después de proveerse de caretas y medias de señora para la cabeza en el departamento de guardarropía con que estará muy socialmente dotada esta dependencia municipal. Nada, nada, salas permisivas para todo y para todos: salas donde los maridos puedan cómodamente maltratar a sus mujeres, las madres desnaturalizadas atar con cadenas a sus hijos. Salas en los últimos pisos del Edificio España con toda clase de comodidades para los suicidas, las suicisalas, porque no hay derecho a esta política de represión social de la libertad de tirarse por el balcón que han llevado a cabo en el acueducto de la calle de Segovia. Y todo así.

¡A mí no me gana usted a progre, señor Gallardón! *


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