Buero, enterrado a lo "Falcon Crest"

"De la forma que lo enterraron a Buero es para que entierren
al jefe de los gángsters, no a nuestro mejor autor teatral"

Bueno, no sé si ha sido a lo Falcon Crest, a lo Dinastía o por el rito de una película de Al Pacino o de Brian de Palma, pero como en el cementerio de El Padrino (primera y segunda partes) desde luego que ha sido enterrado el bueno de Antonio Buero Vallejo. Suba usted los difíciles peldaños de la Historia de una escalera, con tanta España en cada uno de sus escalones, quémese con la nación en sus tinieblas, En la ardiente oscuridad, para que lo entierren a usted como si en vez del gran autor teatral nuestro fuese un gángster americano de las películas, don Antonio...

Y todo por la ola de privatizaciones que nos invade. Aquí estamos privatizándolo todo, hasta la muerte. El estado ha privatizado Iberia, Telefónica, todo lo privatizable. Los ayuntamientos han seguido la moda. Privatizan la recaudación de impuestos, los aparcamientos, la vigilancia. Si no han privatizado los mercados de abastos, los han convertido en centros comerciales. O los han cerrado, sin más, porque Continente, Hipercor, Alcampo, Pryca cargan ahora con las obligaciones municipales de las que eran llamadas antiguamente subsistencias. Cuando nos comprábamos antes un piso nuevo, las señoras preguntaban si el mercado estaba cerca. Ahora lo que les preocupa es la distancia que separa la nueva vivienda de El Corte Inglés más próximo, y que ese Corte Inglés tengan un buen supermercado y que lleven las cosas a casa incluso si la compra es inferior a las 15.000 pesetas.

Los ayuntamientos están privatizando también la muerte. En esta vida, desde luego, cada vez nos fiamos menos de lo público, y recurrimos a Seur o a MRW en vez de a Correos, a Securitas en lugar de la Policía Nacional. Parece que en la otra vida siguiéramos sin fiarnos, de ahí la floración de cementerios privados en toda España, de tanatorios de empresas particulares, de crematorios montados por un señor para hacer negocio, como podía poner un asador de pollos, y perdón por la manera de señalar y por la comparanza. Antes había libros deliciosos con las guías de los cementerios románticos, de los cementerios al lado del mar, de los cementerios de pueblos encalados, como esa localidad malagueña que presume tanto de camposanto hermoso que hasta le ha regalado una parcelita allí a Antonio Gala. (Ea, Alfonso Ussía, Gala te gana a mangón: tú no has hecho aún manguis municipal de nicho, y Gala, sí.) Ahora habría que hacer guías de páginas amarillas con la cantidad de cementerios privados que han salido por todas partes. Se moría un amigo y sabías que lo enterraban en el cementerio. En el cementerio católico y municipal, ¿dónde iba a ser? Pero ahora el lío es enterarse dónde lo van a enterrar, en esta moda de los adosados, chalés y urbanizaciones del más allá, de las parcelitas para la otra vida, y los nombres tan cursis que tienen: Jardines del Edén y esas cosas.

Antonio Buero Vallejo, ay, España pura donde la hubiere, ha sufrido en su propio cuerpo el triste destino de esta nación que privatizó sus cementerios y todo lo hace según los Estados Unidos o según la Unión Europea. Lo lógico hubiera sido que Buero Vallejo hubiese tenido un entierro españolísimo, en una sacramental, como el de Zorrilla, como el de Larra, como el de Gómez de la Serna. Lectura de versos y tal sí la ha habido, pero ¿se ha fijado usted cómo y dónde han enterrado a Buero? Pues lo han enterrado en uno de estos nuevos cementerios, en estas urbanizaciones de la muerte que, como las de la pista de squash y la piscina, rodean a Madrid. Buero Vallejo ha recibido definitiva tierra en el Cementerio de la Paz, de la localidad madrileña de Tres Cantos. ¿De verdad que ese Cementerio de la Paz está a dos pasos de Madrid? ¿De verdad que no está por Arlington o por allí, por donde enterraron a Kennedy? No me creo que eso donde enterraron a Buero y de la forma que lo enterraron, sea un cementerio español. Eso es un cementerio para que entierren al jefe de los gángsters, no a nuestro mejor autor teatral del siglo XX. ¿Vieron la carpa de color verde, una carpa como de servir canapés, igualita, igualita que cuando en la película americana llega el policía con la gabardina para ver si entre los asistentes al entierro del capo está el que están buscando por el robo de los diamantes, que viene en una de las limusinas que están al fondo? ¿Vieron la tecnología punta de bajar el ataúd a su hoyo, igualita, igualita que esos artefactos con barandillas doradas que salen en los entierros de las películas donde el muerto es Marlon Brando, que es el difunto? Ni españolísimas paletadas de tierra, ni universo estético de la copla de Juan Simón el enterrador cantada por Angelillo, que era del mismo bando que Buero. Carpa verde para los invitados, montacargas para el ataúd y mucha Norteamérica, eso es lo que tuvo el pobre de Antonio.

Viendo el entierro de gángster americano que le hicieron a Buero Vallejo, me acordé de los versos de otro Antonio español, también republicano: Machado. Decía Machado que "un golpe de ataúd en tierra es algo completamente serio". De haber visto la americanada del entierro de Buero, Machado hubiera dicho que un golpe de ataúd en tierra es ahora algo completamente ridículo y americano, por culpa de la moda de los cementerios privados, fresca y recién importada de Arlington. *

 


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