Almodóvar, de mamarracho
ante el Rey

"Carlos Saura dijo que como únicamente le interesaba
Almodóvar era como agente publicitario de sí mismo"

Si lo de Palacio va despacio, lo de la Zarzuela es que va lento... tela. Lo digo por la audiencia oficial del Rey a Pedro Almodóvar. Si se descuida, lo recibe cuando ya han dado en la tómbola de Los Ángeles otra racha de estatuillas. Con la publicidad que se hizo, ya casi nos habíamos olvidado de que el mejor director de cine de La Mancha había recibido un Oscar por no sé qué de su difunta madre, que Santa Gloria goce. Por cierto que aquello del Oscar al mago de la publicidad fue un agravio para la comunidad autónoma que preside José Bono. Venga a decir que Almodóvar es de La Mancha, y a Castilla la Nueva, que le vayan dando.

Antes de que los catetos de Los Ángeles cayeran rendidos ante la descabellada historia de travestones en torno a la difunta madre del señor Almodóvar, me hice aquí en estos Apuntes del Natural la pregunta del siglo y del millón: "Si es por Pedros y por cine, ¿qué tiene Pedro Almodóvar que no tenga Pedro Masó?" Mi tesis es que Almodóvar puso al día el peor cine de Cifesa, la españolada pasada por modernidad, progreso y todas esas garambainas. Y no yo, sino Carlos Saura, fue quien dijo luego que como únicamente le interesaba Almodóvar era como agente publicitario de sí mismo, que como director de cine no tenía para él ningún interés.

Bueno, pues cuando ya nadie se acordaba del Oscar, cuando había bajado la espantosa ola de la almodovarmanía, va Su Majestad, y, ¡hala!, recibe al manchego del cabezón gordo peinado a lo Pedro Picapiedra, para que sigamos hablando de él: me acuso, padre, que soy el primero que caigo en la trampa de hablar del mejor agente publicitario de sí mismo que tenemos en esta España de virtuosos en la venta de humo.

Todo el mundo va a la audiencia del Rey a cumplimentar a Don Juan Carlos. Este tío no: éste ha ido a dar la nota. Todo el mundo, cuando el Rey lo recibe en audiencia en ese chalé con pretensiones llamado pomposamente Palacio de la Zarzuela, se pone las mejores ropitas que tiene en el armario, el trajecito oscuro, una buena camisa, los pasadores de plata, una corbata de seda natural, unos zapatos buenecitos y bien lustrados. Este señor, no. Para dar la nota y sólo para dar la nota, ha ido vestido como con el traje regional manchego, pero el traje de vender quesos de Manzanares. Esas blusas negras usaban los que venían por mi ciudad vendiendo queso manchego cuando la feria. Almodóvar ha ido vestido de Almodóvar, y era tan esperpéntico como si Su Majestad lo recibiera vestido de Rey... de la baraja de Heraclio Fournier.

Lo más triste es que estas cosas por lo visto al Rey le hacen mucha gracia. Si Almodóvar hubiera ido de serio, seguro que no se hubiera gastado tantas guasitas y bromas con él. Al Rey le va la marcha de los que lo toman por el pito de un sereno, y se desvive con ellos. No hay nada que le guste más al Rey que un republicano, y si va vestido de vendedor de queso, mejor todavía. Almodóvar ha metido en el mismo saco al Rey que a San Judas Tadeo, a Jesús de Medinaceli y a todas aquellas sagradas imágenes, veneradas y respetables para muchos españoles, que se tomó a pitorreo cuando le entró el repentino ataque de verborrea tras recibir el Oscar. Si utiliza para su propaganda a Cristo y a la Virgen, ¿cómo no ha de usar al Rey?

Lo malo es lo que digo: que el Rey traga, y le va la Marcha, la Marcha Real. El Rey y los que cobran por mantener en su alrededor el rango que merece la Institución. La culpa de que Almodóvar vaya a Palacio vestido con el uniforme del cuerpo al que pertenece (esto es, de mamarracho), no la tiene el Rey, sino quien estuviera de servicio en Palacio aquella mañana, que no lo paró:

-Señor Almodóvar, lo siento, pero esto es La Zarzuela, no el baile de máscaras de Carnaval en el Círculo de Bellas Artes. Así no se puede entrar a ver a Su Majestad. Por lo menos póngase usted una camisa blanca de un camarero, que con mucho gusto le prestamos, y una corbata...

¿No nos obligan a ponernos una corbata de guardarropía cuando vamos descorbatados a almorzar en Jockey? ¿Por qué entonces va a ir Almodóvar a ver al Rey vestido de portero antiguo del cine Palafox o de acomodador del Teatro Español?

Cada vez que veo estas cosas me acuerdo de lo que me decía sobre el protocolo Alfonso Guajardo-Fajardo, el ingenioso hidalgo que fue teniente de hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla:

-Si yo te invito a cenar a mi casa y pongo en la cédula de convite que la etiqueta es pijama, tú puedes hacer dos cosas: o venir, o no venir. Ahora, que, si vienes, tienes que venir en pijama...

Será que estoy equivocado, y que cuando el Rey lo invita a uno a una audiencia, en la cédula de convite pone: "Etiqueta, de mamarracho por el plan postmoderno". *


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