Pinche para leer el Epoca de esta semana en Internet

Anteriores artículos de Antonio Burgos en "Epoca"

La estivalidad, agravante y eximente

"Ahora es cuando los políticos de la mangoleta
sacan a exposición pública la recalificación de esa finca
que está junto a su chalé de usted y que le va
a quitar la vista del río"

Al contrario que el 50 por ciento de los españoles y del 99,9 por ciento de sus políticos, no estudié Derecho. Pero me avío bastante bien con lo que aprendí, bastante, en el curso de rudimentos del Derecho que teníamos que estudiar en la Escuela Oficial de Periodismo, asignatura que explicaba admirablemente Aquilino Morcillo. Allí aprendí la diferencia entre falta y delito, entre dolo y culpa, entre querella y demanda, entre Derecho Civil y Derecho Penal. Tan bien pensado estaba aquel curso, que cuando tiro de sus conocimientos básicos y elementales, quienes no me conocen me toman por abogado de secano e incluso de regadío.

Entre aquellos rudimentos de Derecho, aprendí los conceptos de agravantes en los delitos, que eso sí lo sabe el común de la gente, que si alevosía, que si descampado, que si nocturnidad, que si ensañamiento... Por eso, en estas fechas, echo siempre en falta que en ningún Código Penal español, ni en el antiguo ni el de Belloch, se haya establecido una recurrente y estacional agravante: la estivalidad. Es agravante más de las ilícitas acciones de la Administración que de los delitos y faltas de los administrados. La estivalidad es el recochineo o reconcomio con que los gobernantes suelen aprovechar el verano para actuar con total impunidad. Estamos en la playa tan tranquilos, creyendo que España entera está de vacaciones, que por eso la vida es tan agradable, porque los políticos no están en el despacho dando por saco a los administrados, pero no tenemos en cuenta, ay, que los Boletines Oficiales no descansan. Descansa el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, pero no paran, ay, los boletines oficiales. Los 7.000 millones de boletines oficiales que hay en España. Padecemos la que Gil Robles calificaba de incontinencia legislativa. No solamente tenemos un Congreso de los Diputados legislando, y un Senado legislando, y un Gobierno publicando decretos-leyes para mosqueo de la oposición, sino que están dale que te pego a las leyes 17 Parlamentos Autonómicos, 17, a mayor honor y gloria del señor Aranzadi. Los repertorios de legislación, que antes eran apenas dos o tres tomos anuales, tienen ya el volumen de bibliotecas nacionales enteras. No hay abogado que pueda tener en su despacho anaqueles suficientes para colocar tantos tomos. Es imposible que un abogado pueda estar al tanto de todo lo que se legisla en España. Si no fuera por los buscadores digitales que el Aranzadi lleva en sus versiones electrónicas, no habría letrado que supiera qué legislación tiene que consultar cuando le encargan un conflicto de aguas en Murcia o un pleito de lindes en Extremadura. Hay 17 legislaciones distintas sobre medidas de seguridad en los locales públicos, sobre protección al camaleón... Sobre el asunto más inaudito que puedan pensar no solamente hay legislación, sino 17 legislaciones distintas, cuando no contradictorias. Así no da abasto el Tribunal Constitucional, ¿cómo ha de darlo? Y por si fuera poco lo legislado por los parlamentos autonómicos de la península e islas adyacentes, parió la Abuela Europa: ahí está el Parlamento Europeo dando leyes por un tubo y la Comisión Europea largando directivas una detrás de otra, que son las que literalmente acaban con el cuadro de nuestra tradicional incontinencia legislativa.

Este terrible aparato, contra la general creencia, no se detiene en el verano, sino que aprovecha estos meses de descanso, especialmente el traicionero agosto, para cometer las mayores fechorías. Los boletines oficiales no paran por vacaciones. El Boletín Oficial del Estado, los 17 boletines oficiales de las 17 autonomías, los boletines oficiales de las provincias.

Y con el agravante de la estivalidad. Ahora es cuando los políticos de la mangoleta que quieren favorecer al amiguete sacan a exposición publica el proyecto de recalificación de esa finca que está junto a su chalé de usted y que le va a quitar la vista del río, con las doce plantas de altura que quieren construir allí los muy cabritos. Ahora, en pleno mes de agosto, es cuando sacan los traicioneros boletines oficiales de la provincia las listas de multas de tráfico no pagadas, de Impuestos de Bienes Inmuebles no satisfechos, las tasas de basura que no se abonaron en su día. Como cuervos, las agencias ejecutivas de cobros de impuestos dejan correr los plazos en agosto, para que usted, que está en Benidorm y maldita la gana que tiene de leer el Boletín Oficial, no se entere, y a la vuelta se encuentre allá en octubre o en noviembre con que le han embargado la cuenta corriente, el coche, el piso, hasta la respiración si hace falta.

Debería establecerse, como defensa mínima del ciudadano, el concepto de la estivalidad como agravante y como eximente. Al político que aprovechó agosto para la tela de la corruptela, leña al mono con la estivalidad como agravante. Pero al que le embargaron el piso porque su nombre de moroso salió en el boletín en el mes de agosto, vamos a aplicarle la estivalidad como eximente, hombre...


Anteriores artículos de Antonio Burgos en "Epoca"

Volver a Página Principal

 

 

 

 

 

 

Pinche para leer el Epoca de esta semana en InternetEpocaEl último número de la revista, en Internet