Esther
Esteban (no confundir con Belén) ha pintado un retrato de Ana
Botella en forma de libro de conversaciones, que ha servido para
que la segunda dama de España nos haga un boceto de urgencia
sobre el papel de la mujer casada en nuestra sociedad. Según Ana
Botella, antes la mujer le decía al marido:
-- Cariño, tienes que darme dinero
para comprarme unas medias.
Y que ahora, al llegar a casa, tras
soltar su maletín de ejecutiva, le dice:
-- Cielo, me he comprado un coche
nuevo...
Lo que no dice Ana Botella es lo que
puede responder el tal cielo de marido:
-- ¿Pero estás loca? ¿Un coche
nuevo? Si nos quedan aún tres años de hipoteca del piso por
pagar...
Ana Botella tiene razón en el fondo:
el papel de la mujer en España, como la nostalgia o los pollos de
campo, ya no es lo que era. Pero en la forma lo explic� mal. Lo
que quería decir Ana Botella es lo que sentimos cada vez que
oímos las viejas coplas, esos perfectos monumentos poéticos que
Quintero, León y Quiroga u Ochaíta, Valerio y Solano escribieron
para Concha Piquer o Juanita Reina. Aqu�, cuando oímos esas
canciones, se ve la copla de cuánto ha cambiado el papel de la
mujer, sometida, tutelada. Aquella a la que Pepe Pinto, en el
teatrillo del recitado de "Trigo limpio", le decía:
María Manuela, ¿me escuchas?
Yo de vestíos no entiendo,
pero... ¿te gusta de veras
ese que te estás poniendo?
Tan fino, tan transparente,
tan escaso y tan ceñío,
que a lo mejor por la calle
te vas a morir de frío.
Ponte el de cuello cerrao
que te est� de maravilla
y que te llega dos cuartas
por bajo de la rodilla...
No es que el marido de María Manuela
inventara la maxifalda: las coplas reflejaban la sumisión de la
mujer. Ya no hay marido que obligar pueda a la falda dos cuartas
por bajo de la rodilla... salvo que sea la tendencia. Cada vez que
Pasión Vega, maravilla de mujer y de artista, da un recital,
dicen las críticas que ya no se escriben coplas como aquellas.
Gracias a Dios. Tras la ley del divorcio y la aceptación social
de las parejas de hecho, la España de "La otra" ya no
existe. Aquella que cantaba Concha Piquer como su propia,
prohibida y secreta historia de amor con el torero Antonio
Márquez es ya tan arqueológica como el régimen feudal o las
locomotoras de vapor:
- Yo soy la otra, la otra,
- y a nada tengo derecho
- porque no tengo un anillo
- con una fecha por dentro...
En diversos acontecimientos he podido
comprobar que ahora "la otra" es en muchos casos la
primera mujer. La que se cas� con los papeles bajo el brazo antes
de la separación y el segundo matrimonio. La que tiene el primer
anillo de la primera boda, con la primera fecha por dentro (si es
que no lo ha tirado el fondo del mar, matarile, rile, rile) es
ahora la olvidada. De la que nadie habla. Mujeres abnegadas,
sufridas, que pasaron junto a su amor de juventud los tiempos más
duros y adversos de un hombre que se abre paso en la vida, las que
en silencio ayudaron con su tesón a construir una fortuna, una
empresa, mientras criaban unos hijos. Esos años quedan ahora
borrados en un anillo que parece que nunca existi�. Que nunca
hubo aquel amor que se rompi� quiz� de tanto usarlo, como canta
Rocío Jurado.
A la que por cierto voy a llamar
ahora mismito, para ver si Manuel Alejandro le escribe una balada
de ahora con esta nueva realidad de "La otra" en
España.

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