En
la delincuencia también hay modas. Las páginas de sucesos de los
periódicos y los programas de perros asesinos de las televisiones
son como la Pasarela Cibeles o el Salón Gaud� del siempre
creativo e imaginativo Patio de Monipodio de los chorizos. En los
delitos contra la propiedad, ahora se lleva mucho el robo de
teléfonos móviles. Es la tendencia de la delincuencia. La
señora va hablando por teléfono por la calle y teniendo mucho
cuidado con el bolso, no se lo vayan a quitar, cuando, ¡zas!,
llegan por detrás dos rateros, uno a pie y el otro aguardándolo
en moto, y se llevan de un tironazo su preciosidad de teléfono
móvil, que le había salido además gratis con el programa de
puntos.
Pero, ¿dónde van los
teléfonos robados? ¿Qu� hacen con ellos? Una cosa es segura: si
los roban, es porque les sacan dinero vendiéndolos luego. Y algo
más segura: si los venden, es porque alguien los compra. Pasa
como cuando estaban de moda en las colecciones de delincuencia los
robos de radios de los coches. Nadie nunca supo responderme a la
pregunta del millón, de millón de radiocasés robadas: ¿quién
compra todas esas radios robadas de los coches? ¿Quién le pone a
su coche una radio que sabe que es robada? La respuesta de Pero
Grullo era entonces la misma que ahora con los teléfonos
móviles: si se robaban tantas radiocasés de coches es porque
tenían salida en el mercado, porque alguien las compraba.
As� que cuando le echan en
cara a mi querido Mariano Rajoy que est� aumentando mucho la
delincuencia con esto del robo de los móviles, estoy por decir,
como digo ahora solemnemente:
-- S�, en efecto: est�
aumentando mucho la delincuencia. Cada vez son más los
delincuentes de cuello blanco y manos limpias que compran
teléfonos móviles que saben proceden de hurto o de robo. Cada
día hay más gente que compra cosas robadas...
Más que un país de
chorizos, yo diría que estamos en una nación de peristas. De
receptadores de objetos robados. Lo pueden ver en cualquier acera
de cualquier calle céntrica de su ciudad. Hablo de los que se
conocen como "Top Mantas". Los vendedores ambulantes de
CD falsificados, casi siempre pobres inmigrantes sin papeles y con
la color negra, que exponen su mercancía fraudulenta sobre una
manta, para recogerla y salir corriendo si vienen los guardias.
Estos camellos, traficantes al por menor de las grandes cadenas de
falsificación, ponen en el mercado toda clase de copias ilegales
y delictivas de discos. La Sociedad de Autores est� harta de
denunciarlos. Los artistas y compositores claman contra este
delito continuado contra la propiedad intelectual. Como autor,
cada vez que paso ante un "top manta", me fijo y lo
compruebo: ese señor estar� muy desesperado en su inmigración,
pero a m� me est� quitando el pan de mis niños, aunque sólo
sea uno y ya no sea un niño. Entre esos discos falsificados que
venden por cuatro perras gordas porque no pagan derechos de autor,
no falta nunca la última, deliciosa grabación de María Dolores
Pradera, "A Carlos Cano", donde la gran dama virreinal
de la canción acaricia con su buen gusto mi letra de las
"Habaneras de Cádiz". Disco de la Praderita que vende
el "top manta" es dinerito de derechos de autor de las
"Habaneras" que este trimestre dejar� de pagarme la
Sociedad de Autores. Y nada digo de los millones en regalías que
les habrán birlado por este procedimiento a los autores y
cantantes de "Operación Triunfo", cuyos discos son el
auténtico "top 10" de los "top mantas".
Como protesta, la
Asociación Videográfica y Fonográfica Española propone que el
próximo 13 de mayo sea el "Día sin Música": que no la
emitan las radios y televisiones y que cierren las tiendas de
discos para pedir que se acabe con ese mercado negro. La
iniciativa es muy oportuna, pero mejor sería que celebráramos
todas las jornadas el "Día sin Peristas". Que nadie
comprara un solo disco falsificado, con los derechos birlados a su
autor y a su cantante. Porque eso s� que es comprar objetos
robados.

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