Es
altamente formativo que España sea la nación más nupcial de
Occidente. A reservas de cifras oficiales del Instituto Nacional
de Estadística, calculo que salimos a dos bodas del año por mes.
Con las que los señores aprendemos muchísimo, del modo más
deleitoso, sobre cuestiones que las señoras dominan y a nosotros
nos resultan arcanos insondables. Pregúntenme lo que quieran de
las bodas últimamente celebradas. La cultura nupcial, por
ejemplo, nos sirve a los caballeros para saber que Benazuza no es
un maldito terrorista musulmán de la calaña de Ben Laden, sino
la hacienda aljarafeña donde se cas� María Jos� Campanario. O
que Lorenzo Caprile no es un pintor que pintaba con amor la
Anunciación de la Virgen en el Cuatrocento italiano, sino el
autor del vestido de novia de Marta Sánchez.
Estaba contentísimo con mis
saberes en bodas hasta que lleg� el blanco roto del vestido de
novia de Ana Aznar. El blanco roto del vestido de la novia ha sido
la decepcionante prueba del 9 de mis saberes en materia de bodas.
He de confesar que sigo sin entender ni palabra sobre el blanco
roto, que por lo visto es la tendencia. He descubierto con pavor
que estoy completamente en blanco sobre el blanco roto. Me pone
usted aqu� dos trozos de tela, siendo una de blanco roto, y no
s� decirle cuál es el blanco irrompible y este blanco
descacharrado. Mis conocimientos en materia de blancos no van más
all� de aquellos que aprend� con los anuncios de detergentes del
señor Luque, o en los incunables del género, cuando llegaron a
España el Ese y el Omo. Con aquellos primeros detergentes
aprendimos en la televisión en blanco y negro que "Ese lava
blanco, blanco, blanquísimo". Lástima que no nos dijeran si
lavaba en blanco roto o en blanco sin romper.
He visto el blanco roto del
vestido de novia de Ana Aznar y, la verdad, no le he encontrado la
rotura a su albura por ninguna parte. Sigo sin saber qu� decir si
me preguntan si el blanco roto es como el blanco marfil o si es
más bien como el blanco hueso. Si tiene algo que ver con el
blanco de España, con las armas blancas, con los glóbulos
blancos, con los versos blancos o con el Blanco White. S�
perfectamente que el vestido lo ha diseñado Aby Güemes, la
modista vallisoletana de Ana Botella, que era eso tan de título
de película de Spencer Tracy y la fantástica Catherine Hepburn:
"la madre de la novia". Mas por más que lo he intentado
con el auxilio de las nuevas tecnologías, no he conseguido saber
cuál es el tono exacto de esta rotura del blanco nupcial. Y con
estas investigaciones incluso ha aumentado mi perplejidad.
Suponía que mi desconocimiento se refería sólo al blanco de
moda, pero compruebo que llega a toda la paleta de colores de las
tendencias. Con lo que ignoro de colores de moda podría escribir
un Espasa. Lo del blanco roto es casi nada de complicado al lado
de otros colores que se llevan, como los de las últimas
colecciones: el azul sucio, el marrón tierra, el melocotón
suave, el marrón rojizo, el granate pasado, el verde grisáceo o
el pastel chicle.
S� de otros colores, pero
esos conocimientos son completamente inadecuados en esta hora
nupcial de España. Me s� entera y plena la paleta taurina, que
es un catálogo de metáforas e imágenes hermosísimas y certeras
sobre los colores de los vestidos de los matadores. En la Fiesta
Nacional, el morado es el "nazareno"; el amarillo, el
"caña"; el celeste, el "Purísima". De un
torero que va de blanco dicen las reseñas que viste "de
primera comunión y oro". Algunos cronistas, como Javier de
Bengoechea, hasta inventaron su paleta personal, bautizando con
humor los colores. Para este gran escritor taurino vascongado, un
novillero iba de "coca cola y oro" o de "yogur y
plata". Mi tristeza aumenta al comprobar que ha pasado La
Boda por antonomasia y ni con metáforas cromáticas geniales
del mundo del toro nos ha aclarado nadie si el blanco roto es
Ariel o es más bien Pascual descremada.
El "Hola" de la boda
Sobre "la
boda" en El Recuadro: "Amparo legal para Ana Aznar"
La
tornaboda

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