Dicen
que uno de los momentos más emocionantes en los funerales de los
papas Pablo VI y Juan Pablo, en 1978, fue cuando sus
féretros fueron trasladados desde la plaza de San Pedro hacia el
lugar en que iban a ser enterrados dentro de la basílica
vaticana. En ambas ocasiones, los fieles que se habían congregado
en la plaza prorrumpieron en un aplauso espontáneo, como señal
de admiración por los pontífices. ¿Era la vez primera que se
aplaudía a un féretro? ¿Era una costumbre italiana que se
adapt� a los usos del Vaticano o fueron los primeros aplausos a
un ataúd? Lástima que sean cortos mis conocimientos en historia
de la Liturgia y del Pontificado y que no tenga respuesta a estas
preguntas. De todos modos, queda en parte tranquilo ese
sentimiento chocante de incomodidad que no s� a usted, pero a m�
desde luego se me despierta en el alma cada vez que oigo a través
de la televisión o presencio en directo algo ahora muy común en
España: aplaudir a los féretros al término de las misas de
"corpore insepulto" o al llegar al cementerio. Menos mal
que la dichosa costumbre no es española, sino italiana. No
tenemos, por tanto, la exclusiva mundial de las horteradas.
Decía Pemán que España
era el país de los grandes entierros de las personas cuyos
méritos se les habían negado miserablemente en vida. De vivir
ahora el olvidado escritor, diría que España es el país de los
grandes entierros y de los mayores aplausos a los ataúdes. En los
entierros de los famosos del cine, de la canción, del teatro, no
sabe uno si est� en un funeral, en un estreno de teatro o en la
entrega de los premios Goya. Aqu� a los féretros no solamente se
les aplaude sino que, si son de toreros, se les da la vuelta al
ruedo. A Paquirri, cuando lo trajeron muerto de Pozoblanco, le
dieron una póstuma vuelta al ruedo por el albero de la Maestranza
de Sevilla y desde entonces no hay torero, banderillero, ganadero
e incluso empresario taurino al que antes de darle cristiana
sepultura no se le tribute la vuelta al ruedo dentro de su ataúd.
Serán todo lo cariñosos y
sentidos que se quieran, pero a m� los aplausos a los muertos me
rechinan. Sigo entendiendo que el silencio es la mejor forma de
respeto y aprecio en la muerte de los seres queridos o admirados.
Aplausos que me parecen especialmente trágicos cuando se trata
del entierro de víctimas del terrorismo. Se aplaude, s�, a favor
de la vida, de la libertad, de la paz, lo s�. Permítanme que les
diga que esos aplausos me parecen fuera de lugar. Si extraños
parecen cuando se los dan al ataúd de una artista, un cantante o
un actor que al fin y al cabo los oyeron cada día de su trabajo
en vida, más fuera de lugar aún me resulta que se aplauda a un
político asesinado, a un servidor del orden que ha dado la vida
por España.
Todo aplauso en recinto
sagrado suena extraño, y no sólo en las tristezas, sino en las
alegrías. Por si no fuera suficientemente hortera la moda nupcial
de arrojar arroz a los novios a la salida de la iglesia, ahora
impera la tendencia de aplaudirlos dentro de ella, cuando ha
terminado la que antes se llamaba misa de velaciones. A m� me
parece una cursilería horrorosa y una falta de respeto no sólo
al templo, sino a los novios. Y lo peor es que no es una exaltada
amiga de la novia o un emocionado amigo del novio quien pide el
aplauso. Suele ser el cura celebrante del sacramento el que hace
de jefe de la clac nupcial. Me qued� de piedra en la última boda
a la que he ido, cuando tras la salve rociera final de la
ceremonia, el cura, muy serio, se adelant� en el presbiterio y se
dirigi� a los presentes muy solemne, diciéndoles:
-- Y ahora pido un aplauso
para Manolo y Pepita. ¡A ver esas palmas!
Se lleva que los novios no
tengan que cortar la tarta en el convite y que los postres sean
normales y corrientes, y se lleva mucho esto de los aplausos. Lo
de la tarta, quiz� sea por influencia de la boda de Ana Aznar
Botella. Lo de los aplausos, no lo comprendo. Salvo, claro, lo que
me dijo un guasón amigo del novio en la boda de Manolo y Pepita:
-- Hombre, el cura se ha
quedado corto... Por cargar con Pepita, con lo fea que es, el mal
genio que tiene y lo arruinada que est� su familia, Manolo no se
merece sólo un aplauso. ¡Lo de Manolo es de dos orejas y vuelta
al ruedo!

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