Si
las ciudades son como hojas de un libro donde los vecinos van
escribiendo su historia, Madrid ha decidido encuadernarlas, al
colocar en muchos edificios las didácticas placas del Plan
Memoria, con las que el paseante conoce muchas de las raíces de
la ciudad. Esta proliferación de placas conmemorativas me
recuerda aquel bar que me han dicho que hay en otra ciudad con
mucha memoria e historia, Venecia, donde un cartel dice: "Ernest
Hemingway nunca se tomó ninguna copa aquí". Como
seguramente debe de haber en Estados Unidos algún antiguo
dormitorio donde un guasón haya escrito: "En esta cama no
durmió nunca George Washington". Siguiendo esa plantilla de
humor, si yo tuviera una casa en Madrid, colocaría en su fachada
una placa que dijera: "En esta casa no nació nadie
importante, ni vivió García Lorca, ni escribió nada Ramón
Gómez de la Serna, ni Chueca compuso ninguna zarzuela; vamos que
ni Mesonero Romanos pasó ninguna vez por aquí."
No es el caso de la más lírica
y sentimental placa
que el Plan Memoria acaba de poner en el número 8 de la calle
Arenal: "Aquí vivía, en una caja de galletas, el Ratón
Pérez, según el cuento que el Padre Coloma escribió para el
niño Rey Alfonso XIII". Hay noticias con las que uno se hace
mayor y otras, como esta preciosidad del Ratón Pérez, con las
que uno vuelve a ser niño. No solamente hay que seguir creyendo
en los Reyes Magos, sino en el Ratoncito Pérez, que nos dejaba
siempre debajo de la almohada un regalo cuando se nos caía un
diente. La placa dedicada a este personaje de nuestra infancia nos
ha acercado en algo que desconocíamos: su grandeza literaria. Si
el Ratón Pérez es una tradición que no debe perderse, y que ha
de seguir trayendo un regalo a todo niño al que se le caiga un
diente de leche, su creación es como una leyenda.
Creíamos que el Ratón Pérez,
como las coplas que canta el pueblo, era de autor anónimo. Y de
tiempo inmemorial. Los personajes infantiles, como los dioses de
la antigüedad, no tienen edad. El Gato con Botas, la Cenicienta,
Pulgarcito, Caperucita, nos parece que existen desde siempre. Y
así creíamos que era el Ratón Pérez. Ahora hemos sabido que es
contemporáneo del romance de la Reina Mercedes o de la pérdida
de las últimas colonias, que es de 1894. Y que tiene autor: el Padre
Luis Coloma, un jesuita
jerezano que como profesor del colegio malagueño de El Palo
descubrió y alentó la vocación filosófica de un alumno de la
Compañía, el niño Pepito Ortega y Gasset. Y que antes inventó
por encargo la tradición del Ratón Pérez. Desde Palacio
pidieron al padre Coloma que
escribiera un cuento cuando a Alfonso XIII, que entonces tenía 8
años, se le cayó un diente.
Y así fue cómo al jesuita (que también escribió las novelas
"Pequeñeces" o "Jeromín", tan populares en
sus posteriores versiones cinematográficas) se le ocurrió esta
historia protagonizada por el rey Bubi, que era como la Reina
Doña María Cristina llamaba a su hijo, el futuro Alfonso XIII.
Pérez es en el cuento un ratón
"muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos
de lienzo y una cartera roja, colocada a la espalda", que
vivía con su familia de roedores dentro de una gran caja de
galletas de Huntley en el almacén de la confitería Prats, en la
calle Arenal, 8, donde ahora el Ayuntamiento de Madrid ha colocado
el primer recuerdo en el callejero a un personaje de ficción. En
el cuento del Padre Coloma,
el rey Buby I pudo ver al Ratón Pérez y acompañarlo en uno de
sus viajes nocturnos para recoger un diente y dejar a cambio su
regalo a un niño muy pobre. De esta manera conoció el rey la
existencia de la tristeza y la miseria en que vivían muchos de
sus hermanos pequeños. Aseguran que el padre Coloma, como
discípulo de la Fernán Caballero y de su afición a las
tradiciones populares, recogió una historia de las primitivas
sociedades agrarias, cuando las madres ofrecían los dientes de
leche de sus hijos a los roedores de grano, para que los niños
crecieran fuertes y sanos, y que en otros lugares de Europa dio
origen a leyendas de hadas u otros personajes maravillosos que
cambian a los niños dientes por regalos.
Si digo todo esto es porque, con
placa en Madrid o sin ella, sigo creyendo firmemente en el Ratón
Pérez. Aunque a estas alturas de curso el único regalo que me
traiga el dichoso ratoncito cuando se me cae un diente sea la
factura del odontólogo. Menudo regalito...
Sobre el Ratón Pérez, en
Internet:
- El Ratón Pérez
y el diente de un Rey
- Placa
al Ratón Pérez en Madrid
- El
padre Coloma (1851-1915)
- Biografía
del Padre Coloma

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